domingo, 26 de julio de 2020

FERNANDOS SIMONES

El doctor Fernando Simón está en el punto de mira de los medios de comunicación y de la opinión pública. Ha sido el rostro más visible de la pandemia ya que ha entrado cada día en nuestros hogares para informarnos de cómo iba todo ahí afuera mientras nosotros estábamos confinados en casa. Se le han dedicado numerosos artículos periodísticos – alguno haciéndole paradigma de una nueva masculinidad – y se le ha puesto en el centro de la diana de las críticas, por la mascarilla que llevó puesta en el funeral de Estado e incluso por sus vacaciones familiares en Portugal, entre otros asuntos. Nos ha interesado si come almendras o no y ya podemos comprar en la red camisetas y otros accesorios con su rostro. No me aventuro si afirmo que Fernando Simón es ya un icono social para muchos y una figura despreciada para otros.

Fernando Simón es un epidemiólogo con una dilatada carrera profesional como médico. Es funcionario de carrera del Estado desde 2006. Hace semanas leí un artículo de prensa en el que se pretendía menoscabar su mérito porque obtuvo solo el quinto puesto de las 18 plazas que se ofertaban en su oposición. Obviamente quien escribió aquellas líneas poco o nada sabe de un proceso de oposición, del esfuerzo y la disciplina que conlleva su preparación y de que en una carrera de fondo como esa, con tan pocas plazas, el hecho de obtener una (incluida la última) resulta sumamente meritorio y digno de todos los respetos. ¡Qué fácil resulta desprestigiar y devaluar el trabajo ajeno en este país!

Pero más allá de su condición de empleado público, Fernando Simón es un profesional de la medicina con tres décadas de experiencia en el ejercicio de su profesión. Este es el mayor logro y éxito de Fernando Simón y de todos los Fernandos Simones que trabajan con dedicación y rigor en sus carreras. Son Fernandos Simones que no salen en los medios y sobre los que no se pone el foco porque no hacen ruido, pero que con su trabajo hacen que este país avance y sea algo más decente. Muchos de ellos están dispuestos a jugarse incluso su salud en el desempeño de su trabajo.

Ha llamado la atención que después de meses compareciendo diariamente ante la opinión pública, este médico no haya tenido ni una mala contestación ni una sola salida de tono. Este hecho hubiera podido resultar comprensible ante el nivel de trabajo y estrés al que imaginamos que ha estado sometido pero no ha sido el caso. Esta es otra cualidad de los Fernandos Simones de sus profesiones. La experiencia les hace afrontar las situaciones más difíciles con aplomo y templanza. 

Hay una última cualidad de los Fernandos Simones digna de ser destacada: su prudencia. Un Fernando Simón de su profesión no ofrece soluciones mágicas ni fáciles ante el problema que se le plantea. Cuando hablamos con un Fernando Simón, lo que más deseamos escuchar es que solucionaremos aquello que nos ha hecho acudir a él de manera rápida. Un auténtico Fernando Simón que conoce bien su trabajo entiende la complejidad de cada cuestión y nunca vende humo. Habla con claridad y pedagogía, pero no ofrece verdades absolutas porque no las tiene. Los Fernandos Simones de su profesión son prudentes en sus afirmaciones y aceptan que pueden cometer equivocaciones porque cada día aprenden en sus trabajos, incluso después de décadas de ejercicio profesional.  Saben que todos los días tienen algo nuevo que aprender. En mi caso, los avatares de la vida me han llevado a conocer a bastantes Fernandos Simones de la sanidad, de la abogacía, de la psicología, de la arquitectura, de la educación… (Sigan añadiendo campos profesionales, por favor). ¿Cuántos Fernandos Simones conocen ustedes? ¿Son ustedes mismos Fernandos Simones?

Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe



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