domingo, 28 de mayo de 2017

FENT LLUM

Les dones del col·lectiu Ve-la luz han tornat a la Puerta del Sol de Madrid. Dos mesos després d’haver deixat la vaga de fam que mantenien durant setmanes, es senten defraudades per les promeses incomplides d’uns polítics que, un vegada més, no estan a l’alçada dels problemes dels ciutadans. Els hi van prometre ser part activa en una taula de negociació l’objectiu de la qual era la redacció i l’impuls d’un gran Pacte d’Estat contra la violència masclista, un terrorisme silenciós que l’any passat va passar per damunt de la vida de 54 dones i al 2017 ja en són 27. Hi ha una dada esquinçadora que s’afegeix a aquestes xifres: la mort de quatre dels seus fills.

Aquesta associació gallega per la defensa de dones i nens supervivents de la violència de gènere i/o abusos proposa la inclusió de 25 punts en aquesta llei necessària i imprescindible per detenir aquest degoteig constant de dones assassinades. Reivindiquen des de l’impuls de la llei del 2004 mitjançant una llei integral, que proveisca les víctimes del reconeixement i el dret a les mateixes ajudes que per terrorisme, fins que es reculla la figura del feminicidi. Entre altres punts, reclamen que l’Estat es faça càrrec del procés de recuperació de les víctimes mentre continue el procés judicial i de les pensions alimentàries dels menors.

El Congrés ha fet el primer pas perquè els fills de dones assassinades per les seues parelles o exparelles tinguen dret a una pensió d’orfenesa d’un mínim de 677 euros al mes. De bell nou, la inoperància, la desídia i la manca de voluntat política d’encarar un problema fonamental sols s’hi veu alterada quan el focus mediàtic s’hi col·loca. Sembla que l’arc parlamentari sols reacciona davant l’efectisme que provoca un titular periodístic.

Però, per damunt d’aquestes dades crues i descoratjadores, s’imposa una idea que s’ignora i que hom li dona les espatlles: EL MASCLISME MATA. Aquest masclisme està instal·lat en el nostre dia a dia, ens l’inoculen a l’educació heteropatriarcal, aparentment innòcua, que rebem, ens hi arriba en forma d’acudit en la nostra quotidianitat, marca i condiciona molt sovint les nostres relacions socials, familiars, laborals... El fet habitual que es vulga contaminar el terme ‘feminisme’ i que es qüestione el seu significat ja és una forma de masclisme perquè –hem de ser conscients– resta molt de masclisme latent a la nostra societat. És un masclisme que moltes vegades es disfressa de falsa progressia, d’intel·lectualitat, que es guarneix amb un discurs construït d’història i de paraules fàtues. Aquest masclisme exerceix una violència invisible sobre totes les dones, sobre aquelles que volem ser-ne conscients i canviar-ho a poc a poc, sobre aquelles que hem estat vençudes per un discurs masculí dominant i ens mostrem més submises. Aquest masclisme, suposadament inofensiu, de vegades es transforma i adopta formes de brutalitat i violència extremes. És per això que és necessari i imprescindible un Pacte d’Estat contra la violència masclista.

Begoña Chorques Fuster
Professora i escriptora
Fotografia de María José Mier Caminero



sábado, 20 de mayo de 2017

DANDO LUZ

Las mujeres del colectivo Ve-la luz han vuelto a la Puerta del Sol. Dos meses después de haber abandonado la huelga de hambre que mantuvieron durante semanas, se sienten defraudadas por las promesas incumplidas de unos políticos que, una vez más, no están a la altura de los problemas de los ciudadanos. Se les prometió ser parte activa en una mesa de negociación cuyo objetivo era la redacción y el impulso de un gran Pacto de Estado contra la violencia machista, un terrorismo silencioso que el año pasado se llevó por delante la vida de 54 mujeres y en 2017 ya son 27. Hay un dato desgarrador que se suma a estas cifras: la muerte de cuatro hijos de estas.

Esta asociación gallega para la defensa de mujeres y niños supervivientes de la violencia de género y/o abusos propone la inclusión de 25 puntos en esta ley necesaria e imprescindible para detener este goteo constante de mujeres asesinadas. Reivindican desde el impulso de la ley de 2004 a través de una ley integral, proporcionando a las víctimas el reconocimiento y el derecho a las mismas ayudas que por terrorismo, hasta que se contemple la figura del feminicidio. Entre otros puntos, reclaman que el Estado se haga cargo del proceso de recuperación de las víctimas mientras dure el proceso judicial y de las pensiones alimenticias de los menores.

Esta semana, el Congreso ha dado el primer paso para que los hijos de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas tengan derecho a una pensión de orfandad de un mínimo de 677 euros al mes. De nuevo, la inoperancia, la desidia y la falta de voluntad política de afrontar un problema fundamental solo se ve alterada cuando el foco mediático se sitúa sobre él. Parece que el arco parlamentario solo reacciona ante el efectismo que provoca un titular periodístico.

Pero, por encima de estos datos crudos y descorazonadores, se impone una idea que se ignora y a la que se le da la espalda: EL MACHISMO MATA. Este machismo está instalado en nuestro día a día, se nos inocula en la educación heteropatriarcal, aparentemente inocua, que recibimos, se nos cuela en forma de chiste u ocurrencia en nuestra cotidianeidad, marca y condiciona muchas veces nuestras relaciones sociales, familiares, laborales… El hecho habitual de que se quiera contaminar el término ‘feminismo’ y que se cuestione su significado y su vigencia ya es una forma de machismo porque, seamos conscientes, queda mucho machismo latente en nuestra sociedad. Es un machismo que muchas veces se disfraza de falsa progresía, de intelectualidad, que se adorna con un discurso construido de historia y de palabras fatuas. Ese machismo ejerce una violencia invisible sobre todas las mujeres, sobre las que queremos ser conscientes y cambiarlo poco a poco, sobre las que hemos sido vencidas por un discurso masculino dominante y nos mostramos más sumisas. Ese machismo, supuestamente inofensivo, en demasiadas ocasiones se trasforma y adopta formas de brutalidad y violencia extremas. Es por esto que es necesario e imprescindible un Pacto de Estado contra la violencia machista.

Begoña Chorques Fuster
Profesora y escritora
Artículo publicado en el periódico 'Agora Alcorcón'
Fotografía de María José Mier Caminero


sábado, 13 de mayo de 2017

HACERSE OÍR Y SABER ESCUCHAR

Hace semanas que oigo hablar de un autobús que recorre las principales ciudades con un polémico eslogan. El portavoz de este colectivo ha insistido en que la intención de esta campaña es defender la libertad de expresión y el derecho de los padres a decidir sobre la educación de sus hijos. Ante la retirada de los apoyos institucionales con los que esta organización contaba (PP e Iglesia católica), ha suavizado el mensaje que ha lanzado a la sociedad y que se basa en una concepción biologista del sexo, que parece contradecir incluso a la ciencia. La principal tesis que el abogado Ignacio Arsuaga defiende es su derecho a rebelarse contra la ideología de género, que considera que está siendo impuesta. Cuando me acerco a un tema de debate intento reflexionar, en la medida de mis posibilidades, sobre lo que piensan aquellos cuya opinión es contraria a la mía.

Señor Arsuaga, nadie le ha negado el derecho a que usted dé a sus cinco hijos la educación que considere. ¿Por qué se siente amenazado? Lo que ha ocurrido en las últimas décadas es que la sociedad en la que vivimos es más plural; y los distintos modelos de familia son más visibles. Nadie va contra usted ni quiere imponerle nada. Se trata de tolerancia y respeto. Usted tiene derecho a creer en sus valores ultraconservadores, pero otros pensamos que la riqueza de nuestra sociedad está en la diversidad. No quiero dar ninguna lección de historia, ya que sería una arrogancia estúpida por mi parte, pero en este país, hasta hace poco, a los homosexuales se los metía en la cárcel aplicándoles una ley de ‘vagos y maleantes’, las lesbianas éramos tratadas como enfermas mentales y confinadas en manicomios, y muchos transexuales se veían abocados a la prostitución. Sobre todos planeaba la sombra del suicidio. ¿No le parece una conquista social que podamos defender nuestra dignidad como personas y ejercer nuestros derechos en igualdad de condiciones? Que nosotros seamos ciudadanos de pleno derecho no menoscaba los suyos.

Señor Arsuaga, ¿ha pensado en el sufrimiento que pueden generar lemas como el de su autocaravana? La ignorancia (la suya y la mía) sobre una determinada realidad, la existencia de menores transexuales, debe llevarnos a obrar y opinar con suma cautela y respeto. No creo que haya sido fácil para ninguna madre, hasta ahora, recibir la noticia de que su vástago es LGTB; para la mía, no lo fue. ¿Sabe usted por qué? Porque, ante todo, nuestros progenitores temían el sufrimiento que el estigma social nos podía acarrear. Su autobús no contribuye a acabar con ese dolor, más bien lo contrario, profundiza en él.  

Por último, nadie quiere imponerle la ideología de género, ni a usted ni a sus hijos. No hay ningún contubernio malvado que pretenda pervertirlos. La realidad social es compleja y poliédrica y, en los últimos años, las leyes de este país han ayudado a que todos los modelos familiares estén protegidos legalmente. Eso es todo, señor Arsuaga. No vea fantasmas.

Artículo publicado en 'Ágora Alcorcón'
Número de abril-mayo de 2017
Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe


domingo, 7 de mayo de 2017

FER-SE SENTIR I SABER ESCOLTAR

Fa setmanes que sent parlar d’un autobús que recorre les principals ciutats amb un polèmic eslògan. El portaveu d’aquest col·lectiu ha insistit que la intenció d’aquesta campanya és defensar la llibertat d’expressió i el dret dels pares a decidir sobre l’educació dels seus fills. Davant la retirada del suport institucional amb el qual aquesta organització comptava (PP i Església catòlica), ha suavitzat el missatge que ha llençat a la societat i que es fonamenta en una concepció biologista del sexe, que sembla contradir, fins i tot, la ciència. La principal tesi que l’advocat Ignacio Arsuaga defensa és el seu dret a rebel·lar-se contra la ideologia de gènere, que considera que està sent imposada. Quan m’aprope a un tema de debat mire de reflexionar, en la mesura de les meues possibilitats, sobre el que pensen aquells l’opinió dels quals és diferent a la meua.

Senyor Arsuaga, ningú no li ha negat el dret a què vostè done als seus cinc fills l’educació que considere. Per què se sent amenaçat?  El que ha passat a les darreres dècades és que la societat en la qual vivim és més plural; i els diferents models de família són més visibles. Ningú no va en contra seua ni vol imposar-li res. Es tracta de tolerància i respecte. Vostè té dret a creure en els seus valors ultraconservadors, però altres pensem que la riquesa de la nostra societat és a la seua diversitat. No vull fer-li cap lliçó d’història, ja que seria una arrogància estúpida per part meua, però en aquest país, fins fa poc, als homosexuals se´ls ficava a la presó aplicant-los una llei de ‘vagos y maleantes’, les lesbianes érem tractades com malaltes mentals i confinades en manicomis i molts transsexuals queien en la prostitució. Sobre tots planava l’ombra del suïcidi. No li sembla una conquesta social que puguem defensar la nostra dignitat com a persones i exercir els nostres drets en igualtat de condicions? Que nosaltres siguem ciutadans de dret no menyscaba els seus.

Senyor Arsuaga, ¿ha pensat en el patiment que poden generar lemes com el de la seua autocaravana? La ignorància (la seua i la meua) davant una determinada realitat, l’existència de menors transsexuals, ha de portar-nos a obrar i opinar amb summa prudència i respecte. No crec que haja estat fàcil per ninguna mare, fins ara, rebre la notícia que el seu plançó és LGTB; per la meua, no ho va ser. Sap vostè per què? Perquè, per damunt de tot, els nostres progenitors temen el patiment que l’estigma social ens podia ocasionar. El seu autobús no contribueix a acabar amb aquest sofriment, més aviat el contrari, hi profunditza. 

Per últim, ningú no vol imposar-li la ideologia de gènere, ni a vostè ni als seus fills. No hi ha cap contuberni malvat que pretenga pervertir-los. La realitat social és complexa i polièdrica i, als darrers anys, les lleis d’aquest país han fet que tots els models familiars siguen protegits legalment. Això és tot, senyor Arsuaga. No hi veja fantasmes. 

Begoña Chorques Fuster
Professora que escriu
Fotografia de María José Mier Caminero