Siempre se ha dicho de la capital del
Manzanares. Lo que desconocemos la mayoría es que el origen de esta expresión
está en una obra teatral del Siglo de Oro de Luis Quiñones de Benavente, Baile del invierno y del verano, y que,
además, en la guerra de la Independencia los madrileños usaban esta expresión
aludiendo a los males que podían llegar de los franceses ocupantes y de los
fusilamientos que se produjeron el 2 de mayo de 1808 en el alto de Príncipe Pío
y otros puntos de la ciudad, y que Goya inmortalizó en su cuadro. Pues parece
que, de nuevo, a los madrileños el mal nos viene del cielo y de aquellos que
nos mandan desde las alturas sin poner el pie en nuestras calles.
Madrid se está convirtiendo cada vez más
en una ciudad hostil e incómoda. Los vehículos a motor ocupan la mayor parte de
la ciudad, en lugar de hacer una apuesta decidida por el transporte público y
la construcción de carriles bici donde los ciclistas no teman por su integridad
física. La calidad del servicio de Metro está empeorando de forma notoria. Por
ejemplo, en las últimas semanas se ha retirado la ventilación de los andenes y
el calor que hace es absolutamente insoportable. También es habitual que
nuestras aceras se vean invadidas por patinetes eléctricos y otros vehículos de
dos ruedas. Madrid no es una ciudad para los peatones. Como se ve, las
políticas llevadas a cabo por los gobiernos autonómico y municipal están
haciendo de ella una urbe insostenible desde el punto de vista económico y
medioambiental.
La Villa y Corte, una de las gallinas de
los huevos de oro del Estado, empieza a dar síntomas de hastío y
sobrexplotación. Como muchas de las capitales europeas, tiene el peligro de
morir de éxito como consecuencia del turismo masificado. Uno de los distritos
donde parecen apuntar las miradas neoliberales en los últimos tiempos es el de
Arganzuela. Situado dentro de los márgenes de la M-30, este barrio residencial
empieza a ser pasto de los fondos buitres que buscan edificios donde alojar pisos
turísticos. Un emblema de esto es la calle General Lacy, 22 donde los vecinos
están siendo expulsados para dedicar el inmueble entero a este fin. Como
sabemos, esta actividad está provocando un movimiento especulativo en los
precios del alquiler de vivienda residencial que está haciendo el acceso imposible
para los más jóvenes.
Sin embargo, los que nunca han vivido en
Madrid desconocen los grandes espacios verdes de que goza la ciudad y sus
habitantes. Estos han sido bombas de oxígeno y esparcimiento para los que
moramos aquí. Madrid es probablemente la ciudad de España donde se
encuentran las zonas verdes más extensas donde es posible pasear, practicar
deporte, leer, encontrarse con amigos… Sin embargo, a ojos de este capitalismo
depredador estas extensiones de terreno están infrautilizadas, como hace poco declaraba
un concejal del Ayuntamiento de Madrid en una radio a propósito del Parque
Enrique Tierno Galván. ¿Infrautilizadas para qué y por quién? ¿Para la
explotación económica por parte de empresas privadas?
El Parque de Madrid Río está sufriendo
unas obras de ampliación de la línea 11 de metro que están suponiendo la tala
de árboles que podrían haberse conservado. El plan inicial preveía construir la
boca de metro en un lateral del antiguo cauce del río con un impacto menor en
el arbolado. Este fue modificado después de la celebración de las últimas
elecciones autonómicas y municipales. Por si no fuera poco, la fauna de este
entorno tiene que sufrir las ocurrencias del consistorio municipal que tuvo a
bien emular las mascletàs valencianas.
Otra de las brillantes ideas es la de instalar iluminación nocturna en el cauce
del río Manzanares cuyo entorno empieza a recuperarse. Señores del
Ayuntamiento, la Verbena de la Paloma ya la celebramos en su festividad…
El espacio cultural del Matadero y los
árboles de su entorno también están amenazados por la construcción de un
intercambiador en Legazpi. Entre 50 y 70 árboles pueden ser sentenciados a muerte
(quizás busquen los ecos matarifes del edificio que albergó el Matadero y
Mercado de ganados hasta los años 90) y también se prevé el derribo de uno de
los muros de este conjunto de edificios singulares de estilo neomudéjar. ¿Es
necesario todo esto?
El Parque Enrique Tierno Galván y sus
vecinos llevamos sufriendo la organización de eventos privados desde la pandemia. Eso supone que el parque es
sitiado y vallado en una parte importante de su extensión y los vecinos hemos
de aguantar el ruido y la música hasta altas horas de la madrugada (las viviendas
más cercanas se encuentran a 200 metros de distancia), además de la suciedad y el
maltrato que soportan las plantas, los árboles, los animales y el césped de
este parque. Uno de los festivales que se celebró esta primavera ocupó la mayor
parte del parque, ya que se montaron hasta tres escenarios. No he mencionado la
instalación, en 2020, del Espacio Delicias, donde se organizan exposiciones
interactivas y musicales en tres carpas circenses, en unos terrenos de Adif que
iban a ser destinados a la construcción de equipamientos municipales para dar
servicio a los vecinos del barrio. Supuestamente es temporal, pero las carpas
ahí siguen cuatro años después… Por cierto, muy cerca de allí se encuentra el
complejo cultural El Águila (edificio representativo de la arquitectura
industrial de principios de siglo XX y antigua fábrica de cerveza) que alberga exposiciones
interesantísimas y la Biblioteca Regional Joaquín Leguina, institución encargada
de preservar el patrimonio bibliográfico de Madrid.
No obstante, el Ayuntamiento de Madrid ha
regulado el uso del Parque Tierno Galván en un Decreto municipal del 17 de mayo
de 2024 publicado en el BOAM (nº 9.636). En él, limita la zona para la
celebración de actos estrictamente al auditorio e insiste en que estos habrán
de ser de “interés general”. ¿Un festival de música, organizado por una empresa
privada, donde se venden entradas a un precio francamente alto es de “interés
general”? ¿Una actividad (sea cultural o no) con ánimo de lucro celebrada en un
espacio público puede ser calificada de “interés general”? Este julio, se
celebró en el auditorio de este parque un concierto titulado Nino Bravo sinfónico, en el marco de los
Veranos de la Villa, totalmente gratuito. La diferencia entre este tipo de
actos, como el cine de verano que se ha llevado a cabo años anteriores, y la
aberración de la “Naturaleza Encendida” que tuvo lugar las pasadas navidades y
que se trasladó desde el Jardín Botánico es más que obvia. La respuesta del
Ayuntamiento a aquellos que pusieron una queja formal fue que era una instalación que
fomentaba el ecologismo y que era sostenible desde el punto de vista
medioambiental (aguántense la risa, por favor). Es cierto que la zona acotada
permanecía abierta para los vecinos hasta las 17 horas, pero los que paseamos
por este entorno de forma asidua soportamos que el parque estuviera literalmente
ocupado por bichos e insectos infames con forma de lamparitas fluorescentes con
acompañamiento musical a las 8 de la mañana. Aparte de ir alerta para que
nuestros bichos caninos no entablaran amistad urinaria con ningún gusarapo luminoso.
Pero esta no es la última… Desconozco si
alguno de nuestros gobernantes se sentirá acomplejado con la máxima que dice que el
tamaño sí importa, lo que sí sabemos los vecinos de Delicias es que la amenaza
de la instalación de una noria gigantesca (la más grande de Europa… más grande
incluso que el London Eye con 135 m de altura…) planea sobre nuestras cabezas.
Como el peligro que se cernía sobre los madrileños decimonónicos, los actuales
vecinos de la Villa y Corte del distrito de Arganzuela nos hemos desayunado
este septiembre con la noticia de que el Ayuntamiento ha encargado un estudio
geotécnico para explorar la viabilidad de instalar una noria gigantesca en
nuestro parque “infrautilizado”. ¿Sabrán estas mentes preclaras que el alto del
auditorio es una antigua escombrera? Tan sencillo como escuchar a los mayores
del parque, a los que llevan en el barrio toda la vida y han visto cómo se ha
ido transformando… ¿Dónde pretenden instalar semejante mamotreto? ¿Cuántos
metros cuadrados de terreno requiere proyecto neofaraónico como este? Puestos a
pedir, preferiría una pirámide ya que nos ponemos (llámenme purista si
quieren). Bromas aparte, más allá de la destrucción del parque tal y como lo
conocemos, la instalación de una atracción de este tipo, en el caso de que
fuera exitosa ya que no se encuentra en el centro de la ciudad como en la
capital londinense, supondría que el barrio de Delicias-Méndez Álvaro tendría
que soportar la visita de millones de personas (3,5 millones de visitantes
tiene el London Eye al año). ¿Es este el modelo sostenible y ecologista que
queremos para nuestras ciudades? ¿Vale todo por la pasta?
Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe