domingo, 10 de noviembre de 2024

NOSOTROS, LOS VALENCIANOS

Todos los valencianos, los que vivís en el país y los que estamos fuera, estamos sobrecogidos por la magnitud de la tragedia de esta DANA que todavía no sabemos cuántas personas se ha llevado por delante. Provoca pánico solo pensarlo. Contemplar las imágenes que nos llegan por los medios de comunicación provoca estupefacción y un profundo dolor. La sensación es de inverosimilitud absoluta. Son semejantes a un escenario de guerra o a un país del Tercer Mundo. El desbordamiento emocional de los que estáis viviendo esta tragedia sin precedentes tiene que ser tan grande que los que estamos lejos solo podemos llorar con vosotros y empujar desde la distancia.

 

Solo el pueblo salva al pueblo. La solidaridad de todas las personas que han cogido palas, azadas, escobas y cubos y han iniciado el camino hacia los pueblos afectados para ayudar es digno de admiración y nos retorna la fe en el ser humano. Mucha gente joven está participando en estas labores de limpieza improvisadas. Hemos perdido la conciencia de saber todo lo que podemos conseguir si estamos unidos. En la pandemia tuvimos una oportunidad de comprobarlo, pero muy pronto se nos olvidó. Es verdad que es necesaria una mayor coordinación para que esta ayuda sea más efectiva, pero también es cierto que los servicios públicos no están respondiendo como se tendría que esperar en una situación así. Son servicios públicos mermados y debilitados por los recortes llevados a cabo en las últimas décadas; unos, como consecuencia de la crisis financiera del año 2008; otros, producto de las políticas neoliberales que piden bajadas de impuestos y una apuesta decidida por la gestión privada. Y esto lo hemos provocado nosotros con nuestros votos, apoyando partidos políticos que defendían estas políticas. Las empresas privadas no vendrán ahora a salvarnos del barro y la destrucción, sencillamente porque no les da dinero.

 

Solo unos servicios públicos robustos y bien financiados salvan vidas. Para sostenerlos y sacar provecho hay que pagar impuestos que mantengan unos trabajadores especialistas con unas condiciones dignas de trabajo: sanitarios, policías, servicios de emergencia, etc. Tenemos que borrar del panorama político a todos los cantamañanas que vociferan en los parlamentos y los medios de comunicación que los impuestos son un robo a los trabajadores y que hacen bandera del fraude fiscal. Votar políticos corruptos e incapaces es la peor inversión que podemos hacer. Hay que recordar que el president de la Generalitat Valenciana, Carlos Manzón, tomó como primera medida la supresión de la Unitat Valenciana d’Emergència, creada per Ximo Puig, porque la calificó como una ocurrencia y un “chiringuito” y sacó pecho de esta decisión. Esta unidad tenía un coste de 9 millones de euros. No obstante, no tuvo inconveniente en entregar 17 millones para el fomento de la tauromaquia. Manuel Milián Mestre, ex diputado estatal del PP, ha denunciado la “miseria de la política” por esta decisión arbitraria y partidista. Puede parecer un chiste pero, según consta en su agenda pública de la GVAOberta, el secretario autonómico de Seguretat i Emergència, Emilio Argüeso, tránsfuga de Ciudadanos y ahora militante del PP, se reunía con el jefe de Festejos Taurinos mientras se producía la DANA en València. De aquellos barros, estos lodos.

Que el President Mazón presente su dimisión es el mínimo elemental, se da por descontado. El secretario autonómico de Seguretat i Emergència y la Consellera de Turisme, Nuria Montes, también tendrían que dejar el cargo. Esta última por su absoluta falta de empatía hacia las personas que buscan a sus familiares desaparecidos o saben ya que han perdido a alguien en esta tragedia. Hace falta eficiencia y seriedad, pero también humanidad y compasión para gestionar el desastre humano que se está viviendo. Llama la atención que cada vez que Mazón comparece públicamente lo hace con la mirada baja, no es capaz de levantar la vista y mirar al frente. Tendría que explicar en rueda de prensa por qué ha rechazado la ayuda de una unidad de élite de bomberos de la Generalitat de Catalunya cuando hay algún pueblo donde aún no ha llegado ningún servicio público a auxiliar a los vecinos cinco días después.

 

Además, más adelante, se tendrán que estudiar posibles consecuencias penales por homicidios imprudentes, por haber desoído los avisos de emergencia que el AEMET había dado ya el mismo lunes. Aunque sea anecdótico, el lunes 28, la organización de la Plaça del Llibre anunció la cancelación y aplazamiento de esta feria que se tenía que celebrar entre el 30 de octubre y el 3 de noviembre. Aunque suponga un inconveniente y una pérdida económica, tiene que ser prioritario preservar vidas. En València, ya teníamos el triste precedente de la tragedia del metro ocurrida en el año 2006.

 

Mientras, ha habido algún político nacional que ve venir el alud que se les viene encima y ha intentado con el “divide y vencerás” sembrar la semilla de la discordia y la división. Son políticos con experiencia en ensuciarlo todo de chapapote, como si no hubiera suficiente barro y suciedad ya, y que saben sacar provecho electoral del “todos los políticos son iguales”. Han venido, se han cagado y se han marchado… Sí, me refiero a las lamentables e indecentes declaraciones del líder de la oposición española, el señor Alberto Núñez Feijoo. ¡Qué asco! La pregunta que quizás nos aborda es la siguiente: ¿el Estado español debería declarar el estado de alarma? Recordemos que fue declarado anticonstitucional porque el partido de ultraderecha Vox lo denunció ante el Tribunal Constitucional porque iba en contra de nuestros derechos y de nuestra libertad: el derecho a que una riada arrase tu casa y la libertad de ahogarte en el barro… ¿Dónde están estos garantes de la libertad ahora? ¿Qué capacidad de gestión en catástrofes tienen? De aquellos barros, estos lodos.

 

Más allá de las consecuencias políticas inmediatas, tendría que haber un antes y un después a esta DANA que pasará a la historia como la más devastadora en el País Valencià, mucho peor que la pantanada de 1982 y la riada en València en 1957. Después de décadas de negacionismo climático, tenemos que ser conscientes de que el cambio climático ya ha llegado y que este tipo de fenómenos volverán. El País Valencià es un territorio sensible a estos fenómenos y a la inminente subida del mar. No podemos seguir viviendo como los avestruces con la cabeza bajo tierra. Ya no vale la frase bíblica “a cada día le basta su afán”. Hay que repensar el modelo económico y crear protocolos claros para futuras alarmas en las cuales habrá que detener la actividad económica. Pero también es necesaria una profunda reestructuración de los planes urbanísticos y de ordenación del territorio. Hay que actuar de manera clara y humana en todas aquellas zonas inundables donde se ha construido sin ninguna previsión de futuro. A veces perder es ganar y más vale prevenir que lamentar.

 

Por último, los valencianos que vivís y votáis en el País Valencià tendréis que pensar muy bien en manos de quien dejáis la gestión de la res publica. No seré yo quien os diga qué papeleta tenéis que introducir en la urna. Pero tengo que confesaros que soy pesimista en este punto y os diré por qué. Hace casi treinta años que vivo en Madrid. En la primera ola de la pandemia de 2020, murieron más de siete mil ancianos en las residencias madrileñas. Hay informes que confirman que, de haber sido trasladados a los hospitales, cuatro mil se podrían haber salvado. Después de esta gestión, en las elecciones autonómicas celebradas en 2021 en Madrid, el gobierno de Isabel Díaz Ayuso se quedó a cuatro escaños de la mayoría absoluta. En mayo de 2023, consiguió setenta diputados y mayoría absoluta. De aquellos barros, estos lodos.

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

Poema visual de Gemma Peris

 


 

domingo, 3 de noviembre de 2024

NOSALTRES, ELS VALENCIANS

Tots els valencians, els que viviu al país i els que estem fora, estem corpresos per la magnitud de la tragèdia d’aquesta DANA que encara no sabem quantes persones s’ha emportat per davant. Fa feredat només pensar-ho. Contemplar les imatges que ens arriben pels mitjans de comunicació provoca estupefacció i un profund dolor. La sensació és d’inversemblança absoluta. Són semblants a un escenari de guerra o d’un país del Tercer Món. El desbordament emocional dels que esteu vivint aquesta tragèdia sense precedents ha de ser tan gran que els que som lluny només podem plorar amb vosaltres i empènyer des de la distància. 

 

Només el poble salva al poble. La solidaritat de totes les persones que han agafat pales, llegons, graneres i poals i han mamprès el camí cap als pobles afectats per ajudar és digne d’admiració i ens retorna la fe en l’ésser humà. Molta gent jove està participant en aquestes tasques de neteja improvisades. Hem perdut la consciència de saber tot el que podem aconseguir si estem units. A la pandèmia vam tenir una oportunitat de comprovar-ho, però ben aviat se’ns va oblidar. És veritat que cal una major coordinació perquè aquesta ajuda siga més efectiva, però també és cert que els serveis públics no estan responent com s’hauria d’esperar d’una situació així. Són serveis públics minvats i afeblits per les retallades dutes a terme en les darreres dècades; unes, com a conseqüència de la crisis financera de l’any 2008; altres, producte de les polítiques neoliberals que demanen baixades d’impostos i una aposta decidida per la gestió privada. I això ho hem provocat nosaltres amb els nostres vots, recolzant partits polítics que defensen aquestes polítiques. Les empreses privades no vindran ara a salvar-nos del fang i la destrucció, senzillament perquè no els dona diners.

 

Només uns serveis públics robustos i ben finançats salven vides. Per a sostenir-los i treure’n profit cal pagar impostos que mantinguen uns treballadors especialistes amb unes condicions dignes de treball: sanitaris, policies, serveis d’emergència, etc. Hem d’esborrar del panorama polític tots els tarambanes que vociferen en els parlaments i els mitjans de comunicació que els impostos són un robatori als treballadors i que fan bandera del frau fiscal. Votar polítics corruptes i incapaços és la pitjor inversió que podem fer. Cal recordar que el president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, va prendre com a primera mesura la supressió de la Unitat Valenciana d’Emergència, creada per Ximo Puig, perquè la va qualificar com a ocurrència i “chiringuito” i va traure pit d’aquesta decisió. Aquesta unitat tenia un cost de 9 milions d’euros. No obstant, no va tenir inconvenient en lliurar 17 milions pel foment de la tauromàquia. Manuel Milián Mestre, exdiputat estatal del PP, ha denunciat la “misèria de la política” per aquesta decisió arbitrària i partidista. Pot semblar un acudit però, segons consta en la seua agenda pública de la GVAOberta, el secretari autonòmic de Seguretat i Emergència, Emilio Argüeso, trànsfuga de Ciutadans i ara militant del PP, es reunia amb el cap de Festejos Taurins mentre es produïa la DANA a València. D’aquella pols, ve aquest fang.  

 

Que el President Mazón presente la seua dimissió és el mínim elemental, es dona per descomptat. El secretari autonòmic de Seguretat i Emergència i la consellera de Turisme, Nuria Montes, també haurien de deixar el càrrec. Aquesta darrera per la seua absoluta manca d’empatia cap a les persones que cerquen els seus familiars desapareguts o saben ja que han perdut algú en aquesta tragèdia. Cal eficiència i serietat, però també humanitat i compassió per gestionar el desastre humà que s’està vivint. Crida l’atenció que cada cop que Mazón compareix públicament ho fa amb la mirada baixa, no és capaç d’aixecar l’esguard i mirar de front. Hauria d’explicar en roda de premsa per què ha rebutjat l’ajut d’una unitat d’elit de bombers de la Generalitat de Catalunya quan hi ha algun poble on encara no ha arribat cap servei públic a auxiliar els veïns. A més, més endavant, s’hauran d’estudiar les possibles conseqüències penals per homicidis imprudents, per haver desoït els avisos d’emergència que l’AEMET havia donat ja el mateix dilluns. Encara que siga ja només anecdòtic, el dilluns 28, l’organització de la Plaça del Llibre de València va anunciar la cancel·lació i ajornament d’aquesta fira que s’havia de celebrar entre el 30 d’octubre i el 3 de novembre. Encara que supose un inconvenient o una pèrdua econòmica, ha de ser prioritari preservar vides. A València, ja teníem el trist precedent de la tragèdia del metro ocorreguda a l’any 2006.

 

Mentrestant, hi ha hagut algun polític nacional que veu venir l’allau que els ve i ha intentat amb el “divide y vencerás” sembrar la llavor de la discòrdia i la divisió. Són polítics amb experiència en embrutar-ho tot de chapapote, com si no hi hagués prou fang i brutícia ja, i que saben treure profit electoral del “tots els polítics són iguals”. Han vingut, han cagat i se n’han anat... Sí, em refereix a les lamentables i indecents declaracions del líder de l’oposició espanyola, el senyor Alberto Núñez Feijoo. Quin fàstic! La pregunta que potser ens ve és la següent: l’estat espanyol hauria de declarar l’estat d’alarma? Recordem que aquest va ser declarat anticonstitucional perquè el partit d’ultradreta Vox el va denunciar davant el Tribunal Constitucional perquè anava en contra dels nostres drets i la nostra llibertat: el dret que una riuada enrune ta casa i la llibertat d’ofegar-te en el fang... On són aquests garants de la llibertat ara? Quina capacitat de gestió en catàstrofes tenen? D’aquella pols, ven aquest fang.

 

Més enllà de les conseqüències polítiques immediates, hi hauria d’haver un abans i un després a aquesta DANA que passarà a la història com la més devastadora al País Valencià, molt pitjor que la pantanada de 1982 i la riuada a València de 1957. Després de dècades de negacionisme climàtic, hem d’ésser conscients que el canvi climàtic ja ha arribat i que aquest tipus de fenòmens tornaran. El País Valencià és un territori sensible a aquests fenòmens i a la imminent pujada del nivell del mar. No podem seguir vivint com els estruços amb el cap sota terra. Ja no val la dita “mentre va el carro, fa soroll”. S’ha de repensar el model econòmic i crear protocols clars per futures alarmes en les quals caldrà aturar l’activitat econòmica. Però també cal una profunda reestructuració dels plans urbanístics i d’ordenació del territori. S’ha d’actuar de manera clara i humana en totes aquelles zones inundables on s’ha construït sense cap previsió de futur. Val més perdre que més perdre.

 

Per últim, els valencians que viviu i voteu al País Valencià haureu de pensar ben bé en mans de qui deixeu la gestió de la res publica. No seré jo qui vos diga quina papereta heu de ficar a l’urna. Però he de confessar-vos que soc pessimista en aquest punt i vos diré per què. Fa gairebé trenta anys que visc a Madrid. En la primera ona de la pandèmia de 2020, hi van morir més de set mil persones grans a les residències madrilenyes. Hi ha informes que confirmen que, d’haver sigut traslladats als hospitals, quatre mil es podrien haver salvat. Després d’aquesta gestió, a les eleccions autonòmiques celebrades al 2021 a Madrid, el govern d’Isabel Díaz Ayuso es va quedar a quatre escons de la majoria absoluta. Al maig de 2023, hi va aconseguir setanta diputats i majoria absoluta. D’aquella pols, ve aquest fang.

 

Begoña Chorques Fuster

Professora que escriu

El pont de la solidaritat de Victòria Vàzquez