El derecho a amar es una exposición de la fotógrafa Isabel Muñoz (Premio Nacional de
Fotografía 2016). Esta interesante muestra se puede visitar hasta finales de
septiembre en CentroCentro Cibeles, sede del Ayuntamiento de Madrid. Se
encuentra integrada en el marco de las actividades organizadas a propósito del World
Pride 2017. En ella, Muñoz intenta hacer un recorrido por la realidad social
LGTBI actual en nuestro país. Se trata de un itinerario geográfico y temporal
por la diversidad de un colectivo que no es ni uniforme ni homogéneo.
Un mérito que se apunta esta exhibición es el amplio espectro social que
abarca. En ella podemos encontrar a personas anónimas, profesionales,
activistas, intelectuales, gentes de a pie… que pertenecen a diferentes edades.
El carácter intergeneracional de la exhibición rompe tópicos, subraya la
naturaleza plural del colectivo LGTBI e integra a adolescentes, adultos y
mayores que reivindican su derecho a amar a quien ellos deseen. Los
adolescentes que se plantan orgullosos ante la cámara de Muñoz conversan con
los activistas de los años 70 y 80, que lucharon por el reconocimiento de
nuestros derechos, mientras los mayores les observan desde el desencanto y la
libertad que les concede la edad y las personas transgénero esperan desafiantes
e impacientes la normalización de su reivindicación. En medio de todos ellos y junto
a ellos, estamos el resto. Para todos suena el despertador por las mañanas que
nos señala el itinerario diurno que nos espera.
Hay dos rasgos que destacan en esta muestra de Isabel Muñoz. La primera es
un característica fundamental en la obra de esta artista: la sensualidad del
cuerpo humano. Muñoz, con su peculiar perspectiva, busca la belleza de todo
cuerpo humano y consigue atraparla. Lo hace, por un lado, a través de la
captación del detalle, ese fragmento fugaz que puede pasar desapercibido fácilmente.
El segundo es la mirada: la de la fotógrafa que se asoma al mundo interno del
ser humano al que fotografía; y la de la persona retratada que mira a cámara,
involucrada en una relación de complicidad única con Isabel, en palabras de
Arturo Armalte, promotor de este proyecto. De este vínculo entre artista y
modelo puedo hablar en primera persona. Antes de la sesión fotográfica
propiamente dicha, Muñoz lleva a cabo una entrevista con las personas que
retratará, para conocer su historia, sus fracasos, sus ilusiones… Y lo hace sin
reservas, abriendo sus propias carnes amorosas a su objeto-sujeto artístico,
porque Muñoz retrata sujetos, no objetos, y sabe que es fundamental llegar a
sus entrañas para conseguir su implicación. Solo así fluye el diálogo visual
entre el ánima de la fotógrafa y la psique de quien se pone frente a su
objetivo. Acabada la sesión fotográfica, una sensación extraña te invade: alguien
ha escrutado tu intimidad y la ha captado y comprendido con un lenguaje
artístico inédito.
Begoña Chorques
Fuster
Profesora que escribe
Artículo publicado en el diario 'Ágora Alcorcón', septiembre de 2017
Fotografía
original de Isabel Muñoz
No conocía tu vertiente de crítica de arte.
ResponderEliminarMe ha parecido fantástica tu visión de la exposición y la has expresado con una precisión de profesional. ¡Enhorabuena!
Gracias, Víctor. No soy crítica de arte pero me gusta y me interesa mucho. De esta exposición puedo hablar en segunda persona y es lo que he intentado hacer... Nos vemos pronto. Un abrazo.
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