domingo, 22 de enero de 2023

HIERBA

Los que me conocéis un poco sabéis mi debilidad por la novela gráfica. Es un género que se reivindica desde hace décadas y que atrapa a aquel que se asoma a sus viñetas. Hay un número significativo de obras que merecen la consideración de clásicos del género (es justo afirmar que Hierba se mira en el espejo de Maus de Art Spiegelman). Estos libros van mucho más allá de las aventuras de superhéroes y de las tiras cómicas de nuestra infancia. El cómic guarda la virtud de contener la expresividad del lenguaje visual junto a las posibilidades discursivas de lo narrativo. La novela gráfica histórica es una de mis favoritas; en mi ignorancia, ha sido una fuente de aprendizaje. Y, de nuevo, no pido disculpas por preferir sumergirme en las páginas de un cómic antes que en el universo virtual del metaverso.

 

Hierba (Reservoir Books, 2022) es una novela gráfica de la coreana Keum Suk Gendry-Kim, traducida por Joo Hasun. Ha caído en mis manos por casualidad y por no cumplir mis planes de asesinato vecinales. Después de permanecer empaquetada en mi estantería durante semanas al estar realizando tareas de colaboración con un rey mago, el libro voló de mis manos sin tener ocasión ni siquiera de intercambiar una mirada con él. Sin embargo, por esas historias del azar literario, hace unos días volvió a mí junto con una caja de antibióticos. Entonces, sí, tuvimos ocasión de mirarnos a los ojos. Y así, me dispuse a sanarme de mi convalecencia. ¡Qué hermoso sería poder curar a la protagonista de Hierba de la misma manera!

 

Hierba cuenta la historia de Lee Ok-Sun, una muchacha coreana que durante la guerra del Pacífico fue explotada como “mujer de consuelo”. Ok-Sun pasó tres años de su juventud en una “estación de consuelo” y el final de su vida en una “casa del compartir”. Ambos lugares tienen nombres poéticos, pero el primero encierra el horror de un eufemismo atroz: el ejército imperial japonés habilitó casas donde mujeres, obligadas a prostituirse, eran ofrecidas como esclavas sexuales y sometidas a todo tipo de vejaciones. Todo, para mantener alta la moral de las tropas. El segundo es el hogar que Ok-Sun compartió con otras víctimas de esta barbarie, siendo una anciana ya, y donde conoció a la autora del cómic.

 

La obra, que también nos cuenta los encuentros entre Ok-Sun y Gendry-Kim, hace una recorrido por la vida de Ok-Sun porque quiere mostrar el contexto en el que esta nació y que la llevó a convertirse en una “mujer de consuelo”: Ok-Sun pertenece a una familia muy pobre, en la que las mujeres (incluidas las niñas) cuidan a los hermanos pequeños, mientras que el hermano mayor puede ir al colegio. Apenas pueden comer todos los días en estas familias cargadas de hijos y marcadas por el patriarcado y la pobreza. Ok-Sun manifiesta desde el principio un ansia por aprender a leer y escribir y por ir al colegio. Paradójicamente, este deseo la llevará a la perdición.

 

Gendry-Kim denuncia la doble victimización de estas mujeres. Aquellas que consiguieron sobrevivir después de todas las vejaciones, palizas, enfermedades venéreas, embarazos no deseados, intentos de suicidio, esterilización…, constataron que, después de tanto horror, eran rechazadas por sus familias porque consideraron que su virginidad había sido mancillada. Además, esto suponía reconocer el drama familiar al que se veían abocados unos padres que no podían alimentar a su prole: vender a las hijas. Así, Ok-Sun fue vendida de manera sucesiva a varias familias adoptivas, hasta que llegó la ocupación japonesa y en 1942 fue trasladada a una base aérea en China.

 

No obstante, el lector no debe esperar un lenguaje sexual explícito y escenas de violencia física. Ha sido una decisión consciente de la autora su intención de no dañar de nuevo a las víctimas. No quiere que estas sufran una segunda agresión por parte de la autora del libro. Por este motivo, no asistiremos a violaciones brutales, la violencia sexual de la primera violación quedará reflejada en dobles páginas de viñetas totalmente en negro. En este lenguaje metafórico, tiene un significado fundamental la naturaleza. También, en el relato y en los trazos, incluido el propio título de la novela gráfica. “Ok-Sun me hablaba mucho de cuánto echaba de menos su pueblo natal, sus montañas y ríos, así que decidí sustituir las escenas de violencia con naturaleza, con el paso de las estaciones, el cielo, las nubes, las estrellas y el viento”.

 

Las víctimas tuvieron que vivir una última humillación: el pacto firmado en 2015 entre Corea y Japón, bajo el mandato de Shinzō Abe, que tuvo como resultado una indemnización, pero que no contó en absoluto con las víctimas y la reparación de su honor y su dignidad. Las conclusiones a las que llego después de pasar la última página de este bello libro, a pesar de todo el horror que contiene, son dos: en toda guerra (por desgracia, no solo en ellas), las mujeres son utilizadas, ultrajadas y manipuladas como trozos de carne para el “consuelo” de los varones que son llevados al matadero. La segunda es que la reparación de las víctimas acaba siendo la asignatura pendiente de todo ultraje histórico. Da igual la geografía y la cronología.  

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

 


 

4 comentarios:

  1. No he leido el libro, pero tu comentario es muy ilustrativo. Debe poner el humor por los suelos. Tienes más razón que un santo.No hay derecho a estos comportamientos.

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    1. La sensación que deja la lectura del libro es contradictoria: es un libro bello, bien dibujado y narrado, pero tremendamente duro.

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  2. El otro día tropecé con un fragmento del discurso de ingreso en la Academia francesa de las Artes de la historietista Catherine Maurice; pocas veces he escuchado un discurso tan lírico y certero. Por fin parece que este género encuentra su reconocimiento.

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