No soy
lectora de novela negra (no sé si es una categoría de lector), pero puedo
deciros que La sonrisa de Darwin (Navona,
2018) de Anna Maria Villalonga me ha enganchado. Tampoco soy
crítica literaria, solo una profesora de Literatura de Bachillerato que
escribe. Este es uno de los libros que lees con ganas de continuar para saber
lo que ocurrirá, pero con pena porque no quieres acabarlo. Tenía ganas de leer
una de las novelas de Anna Maria Villalonga, después de haber escuchado alguno
de sus relatos en ‘En veu alta’.
¿Qué puedo
decir de La sonrisa de Darwin? ¡Que es un regalo de libro! Me gusta la prosa; pienso que
está bien escrita. Para mí, rodorediana en el sentido que dice “con la máxima
simplicidad las cosas esenciales”. Y eso cuesta, y mucho. Lo sabe la autora
mejor que yo. Es verdad que se trata de una novela de personajes: los
fragmentos de monólogo interior son una delicia, incluidos los del pobre Iván.
Y es que Iván probablemente es el mejor caracterizado de todos. Quiero
explicarme bien: Max y Noemí son dos personajes con los que empatizas
enseguida. Son personajes con una humanidad y una generosidad que conmueve,
pero llegar a entender lo que lleva Iván en su interior me parece el desafío
más grande como escritora. Hacer explícitos los motivos por los cuales se
comporta de la manera en que lo hace, llegar a entender las razones que lo han
llevado a tener el mundo emocional que tiene era lo difícil de contar de esta
historia. Al final, te das cuenta de que él es otra víctima de esta sociedad y
de un padre que le ha arruinado la vida. De Darwin no hace falta decir nada.
Todos nos lo llevaríamos a casa. Se palpa el amor de Anna Maria por los
animales.
La
estructura de la novela, junto a la caracterización de los personajes me parece
un acierto. La división me resulta interesante: personajes, hechos, desenlace… La
narración de los hechos, en secuencias cortas, se revela muy cinematográfica y,
por eso, estimulante para el lector que va leyendo preguntándose qué pasara… A
medida que avanzaba en la lectura, me parecía que el final era muy difícil. Un
final feliz hubiera estropeado la novela (es mi opinión); una derrota nihilista
hubiera dejado un gusto demasiado amargo en el paladar; un desenlace trepidante
de acción hubiera resultado inverosímil. Me parece que Anna María Villalonga ha
sabido encontrar el equilibro. ¿Sabéis por qué? Por la misma razón por la cual
me ha gustado la novela: porque hay vida detrás de esta ficción. Y el final
responde a la vida misma. Nadie sale indemne: ni los personajes de ficción, ni
nosotros mismos. Gracias, Ana Maria Villalonga, por haber escrito La sonrisa
de Darwin. Próxima parada: La mujer de gris.
Begoña
Chorques Fuster
Profesora que escribe
Después de leer este comentario (no diré crítica literaria, que lo es, por si te enfadas), imposible no dedicar esta mañana de domingo a buscar La sonrisa de Darwing. Gracias, Begoña.
ResponderEliminarUna lectura recomendable... Anna Maria Villalonga merece la pena tanto literaria como humanamente...
EliminarGracias Begoña. Me has metido el gusanillo y las ganas de leer este libro.
ResponderEliminarCuando lo lea te diré como me ha ido.
Pues leerlo también en catalán que es su lengua original. La editorial es Llibres del Delicte.
EliminarGracias, querida Begoña. No diré más que una cosa absolutamente cierta. Al leer tus palabras, me he echado a llorar. Mil besos.
ResponderEliminarUna abraçada forta, Anna Maria! Per molta literatura i moments viscuts compartits més!
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