viernes, 25 de febrero de 2022

MAIXABEL

Eran necesarias tres grandes mujeres para hacer realidad esta película: Icíar Bollaín, su directora; Blanca Portillo, la actriz que encarna a la protagonista; y la tercera mujer, Maixabel Lasa, mujer de carne y hueso, viuda de Juan Mari Jáuregui, asesinado por ETA en el año 2000. Hacía falta también que la banda terrorista hubiera dejado de matar, tal y como opina una de ellas, la directora. 

 

La película empieza con el relato del asesinato a sangre fría de Jáuregui, ex gobernador de Guipúzcoa y militante del PSE, que estaba de vacaciones en Euskadi ya que, al estar amenazado por la banda terrorista, tuvo que abandonar el País Vasco e ir a trabajar a Chile. Se muestra el desgarro irreparable que sufren todas las víctimas del terrorismo que ven su vida partida en dos, que se debaten entre el dolor insoportable y el odio y la rabia contra los asesinos. Maixabel Lasa, su viuda, afirma que la convirtieron en algo que no quería ser; su vida quedó ligada a los que perpetraron aquel cruento crimen. También la de su hija María, interpretada por María Cerezuela.

 

El núcleo central de la historia presenta los encuentros de Maixabel con dos de los asesinos de su marido: con Luis Carrasco, primero, y con Ibon Etxezarreta, después. Los diálogos, contenidos y directos a la vez, revelan el camino recorrido al cabo de los años por la víctima y por sus verdugos. La protagonista ha confirmado que lo narrado y filmado se parece bastante a lo ocurrido. Algunos han dicho que la historia habla sobre el perdón, pero la propia Maixabel Lasa ha asegurado que el suyo no es un punto de vista cristiano, porque no es creyente. Su relato trata sobre las segundas oportunidades, sobre la vida que queda después de un acto tan brutal para las víctimas, pero también para los victimarios. Porque la vida continúa para todos y la violencia acaba destrozando las existencias de unos y otros. Porque la historia valiente que Bollaín se empeña en contarnos es la de unos seres humanos rotos: unos por lo que les arrebatan; los otros porque se dan cuenta de que una vida entregada a la violencia es inútil y carece de sentido. Pero todos son humanos; los otros no aparecen retratados como monstruos. Y así trata de explicar cómo jóvenes con ideales acababan empuñando las armas y cometiendo actos atroces. Da miedo y vértigo ver y entender lo fácil que era acabar en la banda si te movías en un determinado contexto social e ideológico.

 

La película ayuda a entender, no a justificar, parte de lo que pasó. Otros aspectos quedan en lo inexplicable como el hecho de que se jugaran a suertes quién apretaba el gatillo o que apenas supieran nada de su víctima, detalles importantes de su biografía que su viuda se encarga de poner en conocimiento de aquellos que le quitaron la vida y que, acaso, de haber sabido o podido reflexionar les habría llevado a obrar de otra manera. Maixabel Lasa es un ser generoso y de una calidad humana extraordinaria, y ello le lleva a enfrentarse a la realidad de los asesinos de su  marido sin renunciar a su verdad: “Prefiero ser la viuda de Juan Mari que tu madre”, le dice a uno de ellos mirándolo a los ojos. La respuesta de Ibon (Luis Tosar) da esperanza a los que creen que la reconciliación en Euskadi es posible. Véanla, si no lo han hecho todavía, y me dicen.

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

 


 


sábado, 19 de febrero de 2022

SILENCI de JUAN MAYORGA

Em dipose a viure per tercera vegada el mateix fet irrepetible. Conscient, sé que sols el teatre m’ofereix aquesta oportunitat. És un moment feliç, únic en la meua vida i en la del meu amic Juan Mayorga aquell 19 de maig de 2019. Ho visc amb goig, amb la immensa alegria que sentim tots els que estimem el teatre. Ens felicitem pel teatre però també per l’ésser humà que és Juan Antonio Mayorga Ruano, senzill i obert a l’escolta. Aquell saló d’actes de la Real Academia es queda petit per acompanyar-lo a ell i a la seua família en un dia rodó. Recorde el lloc que ocupe a la banda superior, recorde contemplar el cap de Juan pronunciant el discurs, el del seu pare i el del seu fill, recorde que compare la densitat de les seues cabelleres d’acord amb la seua edat, amb el seu temps. Hi som amuntegats, feliços, sense mascaretes.

 

Un any i un mes després, pocs dies abans que es decrete el nostre dramàtic tancament –faig broma amb ell sobre si hem de saludar-nos com els japonesos o besar-nos-, llance el desafiament als meus alumnes perquè imaginen la cerimònia d’ingrés de Juan en la RAE, com si d’una obra de teatre es tractés, intentant fer-los partícips del perill d’imaginar, de les possibilitats de llibertat que els ofereix. El saló d’actes d’un institut públic d’Alcorcón esdevé aquell solemne recinte presidit pel retrat de qui de tant en tant em permet anomenar a classe com el puto amo. Vivim una altra jornada que ens nodreix la imaginació. Hi ens trobem de bell nou, amuntegats, feliços, sense mascareta.

 

Gairebé dos anys després, aquesta setmana, assisteix a la cerimònia d’ingrés de Juan en la RAE per tercera vegada, en aquesta ocasió en el Teatro Español. Ho visc de bell nou a aquestes línies, perquè el llenguatge i el teatre ho fan possible. La disposició de l’escenari m’evoca la d’aquell diumenge primaveral: una sensació de felicitat i benestar m’embarga. Hi recorde també a Blanca allí present. Avui ella és la protagonista, l’Actriu. “La situación es teatral. Lo es la división del espacio, que separa a los recién llegados de quienes ya estábamos aquí”. El joc teatral del fingiment torna a posar-se en marxa. L’Autor desmitifica el seu discurs, el baixa al terra i el posa en mans d’un clown, un mim. Pren distància de les seues paraules i ens convida a riure’ns amb ell, d’ell. El seu nerviosisme, el seu gest una mica dubitatiu en començar a parlar penetra en l’àmbit de la dramatització, conscient de l’impostat de la situació acadèmica. Però aleshores, a poc a poc, l’obra de teatre Silencio esdevé una declaració d’amor al teatre amb moments d’intens lirisme i sinceritat poètica. L’Actriu es rebel·la contra l’Autor, li retrau la compromesa tasca encomanada com si de l’Augusto Pérez de Niebla es tractés. Sols després de confessar-nos com de fat és l’Autor, ens demostra com d’imprescindible és ella, l’Actriu, perquè les paraules d’ell arriben a nosaltres. No sols les seues, sinó també les d’Antígona, les de Bernarda i Adela, inclús les del mateix Sancho perquè ratifiquem una cop més per què estem malalts de teatre els tres: Autor, Actriu i Espectadora. Blanca Portillo afirma que és molt afortunada per ser contemporània d’aquest geni que és Juan Mayorga. Jo li postil·le com de feliços som els espectadors de tenir-los a tots dos a les taules. Hi som de bell nou amuntegats, feliços...

 

Begoña Chorques Fuster

Professora que escriu

 


 

domingo, 13 de febrero de 2022

SILENCIO

Me dispongo a vivir por tercera vez el mismo hecho irrepetible. Consciente, sé que solo el teatro me ofrece esta oportunidad. Es un momento feliz, único en mi vida y en la de mi amigo Juan Mayorga aquel 19 de mayo de 2019. Lo vivo con gozo, con la inmensa alegría que sentimos todos los que amamos el teatro. Nos felicitamos por el teatro pero también por el ser humano que es Juan Antonio Mayorga Ruano, sencillo y abierto a la escucha. Aquel salón de actos de la Real Academia se queda pequeño para acompañarlo a él y a su familia en un día redondo. Recuerdo el lugar que ocupo en la parte superior, recuerdo contemplar la cabeza de Juan pronunciando su discurso, la de su padre y la de su hijo, recuerdo que comparo la densidad de sus cabelleras acorde a su edad, a su tiempo. Allí estamos amontonados, felices, sin mascarilla.

 

Un año y un mes después, pocos días antes de que se decrete nuestro dramático encierro –bromeo con él sobre si debemos saludarnos como los japoneses o besarnos-, lanzo el desafío a mis alumnos de imaginar la ceremonia de ingreso de Juan en la RAE, como si de una obra de teatro se tratase, intentando hacerles partícipes del peligro de imaginar, de las posibilidades de libertad que les ofrece. El salón de actos de un instituto público de Alcorcón se convierte en aquel solemne recinto presidido por el retrato de quien a veces me permito llamar en clase el puto amo. Vivimos otra jornada que nos alimenta la imaginación. Allí nos encontramos de nuevo, amontonados, felices, sin mascarilla.

  

Casi dos años después, esta semana, asisto a la ceremonia de ingreso de Juan en la RAE por tercera vez, en esta ocasión en el Teatro Español. Lo revivo de nuevo en estas líneas, porque el lenguaje y el teatro lo hacen posible. La disposición del escenario me evoca la de aquel domingo primaveral: una sensación de dicha y bienestar me embarga. Recuerdo también a Blanca allí presente. Hoy ella es la protagonista, la Actriz. “La situación es teatral. Lo es la división del espacio, que separa a los recién llegados de quienes ya estábamos aquí”. El juego teatral del fingimiento vuelve a ponerse en marcha. El Autor desmitifica su discurso, lo baja al suelo y lo pone en manos de un clown, un mimo. Toma distancia de sus palabras y nos invita a reírnos con él, de él. Su nerviosismo, su gesto algo dubitativo al empezar a hablar penetra en el ámbito de la dramatización, consciente de lo impostado de la situación académica. Pero entonces, poco a poco, la obra de teatro Silencio se convierte en una declaración de amor al teatro con momentos de intenso lirismo y sinceridad poética. La Actriz se rebela contra el Autor, le reprocha la comprometida tarea encomendada como si del Augusto Pérez de Niebla se tratara. Solo después de confesarnos lo soso que es el Autor, nos demuestra lo imprescindible que es ella, la Actriz, para que sus palabras lleguen a nosotros. No solo las suyas, también las de Antígona, las de Bernarda y Adela, incluso las del propio Sancho para que ratifiquemos una vez más por qué estamos enfermos de teatro los tres: Autor, Actriz y Espectadora. Blanca Portillo afirma que es muy afortunada por ser contemporánea de este genio que es Juan Mayorga. Yo le apostillo lo dichosos que somos los espectadores de tenerlos a los dos juntos en las tablas. Allí estamos de nuevo amontonados, felices…

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe