domingo, 24 de septiembre de 2017

¿DÓNDE VAS, ESPAÑA?

¿Dónde vas, España? O mejor dicho, ¿por qué? ¿Por qué el presidente Zapatero prometió respetar el Estatuto que aprobara el Parlamento catalán y que votaran los catalanes y no lo cumplió? ¿Por qué el diputado del PSOE Alfonso Guerra tuvo que afirmar que habían cepillado el Estatut en las Cortes dejándolo “limpio como una patena”? ¿Por qué era tan ofensivo el término nación del Estatut? ¿Por qué el PP inició una campaña de recogida de firmas contra el Estatut? ¿Por qué este mismo partido presentó un recurso de anticonstitucionalidad en el Tribunal Constitucional? ¿Por qué lo que en otras autonomías se dio por bueno por parte del PSOE y el PP no fue posible en Cataluña? ¿Por qué? ¿Por qué se han criminalizado ideas políticas que se han defendido en el Parlamento español por la vía democrática y pacífica simplemente porque no se compartían? ¿Por qué nunca fue posible el diálogo con Cataluña? ¿Por qué había que españolizar a los niños catalanes, según el señor Wert, ministro de Educación? ¿Por qué se cuestionó la normalización de las escuelas catalanas y se fomentaron políticas lingüísticas contra el catalán? ¿Por qué? ¿Por qué no se pudieron sentar el President de la Generalitat y el Presidente del Gobierno español para afrontar el problema territorial catalán? ¿Por qué el gobierno presidido por Mariano Rajoy dio la espalda a las masivas manifestaciones de la Diada de los últimos años? ¿Por qué la respuesta a la creciente desafección de los catalanes ha sido la desidia y la pusilanimidad? ¿Por qué se encausó, se condenó y se inhabilitó al president Mas y parte de su govern por celebrar la consulta del 9-N? ¿Por qué la única respuesta que se dio a un problema político fue a través de la vía judicial? ¿Por qué? ¿Por qué creen que declarando ilegal un referéndum desaparecerá un conflicto que no se ha hecho nada por solucionar? ¿Por qué se persigue judicialmente a los líderes políticos catalanes independentistas, elegidos en las urnas por los catalanes? ¿Por qué se violan o se limitan derechos fundamentales como el derecho de reunión y la libertad de expresión recogidos en la Constitución española? ¿Por qué se ha imputado a más de setecientos alcaldes catalanes por pretender facilitar la votación del 1-O?¿Por qué se ha aplicado el artículo 155 por la puerta de atrás, se ha suspendido el autogobierno catalán y se han intervenido sus cuentas?  ¿Por qué se han intervenido más de cien instituciones catalanas, muchas de ellas culturales, como algunas universidades y la Institució de les Lletres Catalanes? ¿Para qué? ¿Para qué hemos recorrido un camino de cuarenta años de democracia, muy imperfecta pero democracia al fin y al cabo? ¿Para registrar imprentas? ¿Para confiscar papeletas? ¿Para prohibir actos de expresión de ideas? ¿Para detener representantes políticos públicos? Todo esto, ¿por qué? ¿para qué? ¿Dónde vas, España?

Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
Artículo publicado en el periódico 'Agora Alcorcón'


domingo, 17 de septiembre de 2017

EL DRET A ESTIMAR

El dret a estimar és una exposició de la fotògrafa Isabel Muñoz (Premi Nacional de Fotografia 2016). Aquesta interessant mostra es pot visitar fins finals de setembre a CentroCentro Cibeles, seu de l’Ajuntament de Madrid. Es troba integrada al marc de les activitats organitzades pel World Pride 2017. Muñoz intenta fer-hi un recorregut per la realitat social LGTBI actual del nostre país. Es tracta d’un itinerari geogràfic i temporal per la diversitat d’un col·lectiu que no és uniforme ni homogeni.

Un mèrit que s’apunta l’exhibició és l’ampli espectre social que abasta. Hi podem trobar persones anònimes, professionals, activistes, intel·lectuals, gent corrent... que tenen diferents edats. El caràcter intergeneracional de l’exposició trenca tòpics, subratlla la natura plural del col·lectiu LGTBI i integra adolescents, adults i gent gran que reivindiquen el seu dret a estimar qui ells desitgen. Els adolescents que es planten enfront de la càmera de Muñoz conversen amb els activistes dels anys 70 i 80, que van lluitar pel reconeixement dels nostres drets, mentre els més grans els observen des del desencant i la llibertat que els concedeix l’edat i les persones transgènere esperen desafiants i impacients la normalització de la seua reivindicació. Enmig de tots i a la seua vora, som la resta. Per a tots sona el despertador pels matins que ens assenyala la singladura diürna que ens espera.

Hi ha dos trets que destaquen a la mostra d’Isabel Muñoz. La primera és una característica fonamental a l’obra d’aquesta artista: la sensualitat del cos humà. Muñoz, amb la seua peculiar perspectiva, cerca la bellesa de tot cos humà i aconsegueix enxampar-la. Ho fa, per una banda, mitjançant la captació del detall, aqueix fragment fugaç que pot passar desapercebut fàcilment. El segon és la mirada: la de la fotògrafa que aguaita el món intern de l’ésser humà que fotografia; i la de persona retratada que mira la càmera, involucrada en una relació de complicitat única amb la Isabel, en paraules d’Arturo Arnalte, promotor d’aquest projecte. D’aquest vincle entre artista i model puc parlar en primera persona. Abans de la sessió fotogràfica, Muñoz duu a terme una entrevista amb les persones que retratarà, per conèixer la seua història, els seus fracassos, les seues il·lusions... I ho fa francament, obrint les seues pròpies carns amoroses al seu objecte-subjecte artístic, perquè Muñoz retrata subjectes, no objectes, i sap que és fonamental arribar a les seues entranyes per aconseguir la seua implicació. Sols així flueix el diàleg visual entre l’ànima de la fotògrafa i la psique de qui es posa davant el seu objectiu. Acabada la sessió fotogràfica, una sensació estranya t’envaeix: algú ha escrutat la teua intimitat i l’ha captada i compresa amb un llenguatge artístic inèdit.

Begoña Chorques Fuster
Professora que escriu
Fotografia original d'Isabel Muñoz


domingo, 10 de septiembre de 2017

OBELISCO

A mí ya no me gusta la Feria. Eso no se puede decir a los desconocidos, sobre todo, si son de fuera. Te lo digo a ti porque eres familia. Y mira que me ha gustado y lo he pasado bien estos cinco días de fiesta. Los mejores años fueron cuando era joven y todavía no estaba casada… Pero la he conocido desde bien pequeña, cuando veníamos con mi padre en el carro, burrun-burrun, desde la Fuente de San Pascual. En aquellos tiempos las carreteras no eran como ahora, ni tenían nada que ver. Enseguida que entrabas en el pueblo dejabas a un lado el Calvario Alto y tropezabas con la feria de los animales en la Plaza de San Pedro, justo delante de la Beneficencia. A mí los caballos me daban miedo: los veía tan grandes y yo era tan pequeña…Cómo ha pasado el tiempo y cómo han cambiado las cosas. Tú eres muy joven y no te puedes hacer una idea de la transformación que ha sufrido la vida. Como del cielo a la tierra…

¿Cómo se dice eso que has traído? Obe… Obel… ¡Obelisco! No sé por qué me cuesta tanto recordar esta palabra: obelisco, obelisco. A la feria no vayas si no tienes dinero, porque verás muchas cosas y no comprarás nada. ¿Y dices que lo has comprado en la Feria? Ay, no, cómo tengo la cabeza, que ya me has dicho que no… Que no es de la Feria, que lo has comprado en el viaje que has hecho. ¿Dónde era? Eso, Egipto… ¿Por dónde está? Yo estoy muy mal en aritmética… Cuando era niña, lo que más recuerdo de la Feria eran los almuerzos con mi padre en la Plaza del Mercado. Pero la sandía la comprábamos en la Plaza de la Balsa, en la subida a la cárcel. Las colocaban como si fueran pirámides. Mira, ¡como en Egipto! ¿Verdad que sí? A mí me hacían mucha gracia las pilas de melones y de sandías. No sé qué me imaginaba en mi cabecita de mocosa. Eran como balones gigantes, como las canicas con las que jugábamos, pero inmensas. Con los montones de cabezas de ajo no me pasaba. En aquellos tiempos eso de almorzar sardina, pimiento y huevo frito no se llevaba. La costumbre llegó más tarde. Comíamos primero el pan con fiambre y mi padre bebía el vino del porrón. Empinaba el porrón con mucha habilidad. No se le caía fuera ni una gotita. Me parece que estoy viéndolo… A mí me embelesaba saborear el vinagre, los trocitos de limón, la sal y las hojas de limonero de la salmuera. ¡Qué fresquita estaba la sandía cuando nos acabábamos el bocadillo! Masticando, ñam-ñam, sanseacabó. 

Me he reído con ganas mirando el obelisco. Mira, ahora me sale el nombre a la primera. Yo vi uno en Roma, en la plaza de San Pedro del Vaticano. ¿Verdad que sí? Me acuerdo muy bien. Mira que lo pasé bien con mi hermana. Subimos arriba del todo de la cúpula. Entonces aún tenía mucha fuerza. Desde que cumplí los ochenta, cada año es un pedrusco que me meten en el bolsillo… Obelisco, obelisco. Como te decía, la Feria que más he disfrutado era la de los años en que era soltera. Íbamos al baile al Círculo Mercantil de la Alameda y nos divertíamos mucho. A mí me encantaba bailar, seguía el paso muy bien. La gente joven de ahora no sabéis bailar. No te ofendas pero parece que os han puesto un puñado de pulgas debajo de la ropa y os sacudís para quitároslas de encima. Además, en la Feria no tenía que decir mentiras a mi madre, que si íbamos a la novena de no sé qué santo y salíamos corriendo hacia el baile. Nosotros íbamos al Círculo Mercantil que es donde iba la gente del pueblo, porque para los señores estaba el Casino Setabense. Allí iba la gente con dinero. Haz el favor de no escribir eso. Nosotros nunca hemos sido niñas bien de Xàtiva; ni soñarlo. Pero nos entretenía admirar los vestidos que llevaban las mujeres y las chicas de buena familia de Xàtiva. Las observábamos con admiración, pero no con envidia. Bueno, quizás un poco sí. Creo que no sentíamos envidia porque teníamos la certeza de que nunca tendríamos un vestido así. ¡Qué bonita es la música! La escucho y los pies se me mueven solos. Allí estaba la banda de música tocando. Chin-chin. Y así se nos escapaban las horas…

Cuando me casé, la Feria cambió. Volvíamos a la Plaza la Balsa pero con las niñas, para subirlas a los caballitos que eran mecánicos. A la pequeña le gustaba mucho la noria. Daba gusto verle la cara de felicidad sentada en la barca de madera antes de que el hombre empezara a mover la manivela con fuerza. Entonces se elevaba. ¡Cuántas cosas nos dicen los niños con los ojos…! ¿Y el berrinche que cogió la mayor una tarde porque no le tocó ningún muñeco en la tómbola? ¡Madre mía de los Cielos! ¡Para qué quieres más! Sollozaba y todo, buaa, buaa… Tuvimos que volver Alameda arriba a comprarle una cachavilla para que se conformara. Quien con niños se acuesta, mojado se levanta. Y mira que mis niñas es lo que más quiero en este mundo. 

Ahora que lo pienso: en París también hay uno. ¿Cómo se decía la plaza? De la Concordia, sí. Qué nombre más bonito para una plaza. Además, era muy grande, como tiene que ser la concordia. ¿Cómo era? Obelisco. Mañana ya se me ha olvidado. Un poco más allá de la Fuente del León una feria compré una cazuela de arroz al horno. La tuve más de treinta años. Aquellas cazuelas de barro sí que eran buenas. Era de un feriante que venía de Manises pero no puedo acordarme de su nombre.

¿Pero tú sabes lo que más me ha gustado de la Feria? Estás mirándome y sonriendo porque conoces la respuesta: los abanicos. Han sido siempre mi debilidad. Ahorraba todo el año para comprarme uno y también para vosotras: de hueso, de palosanto, de concha, de nácar, de ébano, de palo de rosa. Hay uno que hace una aire buenísimo, el de concha. Todavía lo tengo. Abanicándonos recorríamos el Real de la Feria arriba y abajo. Los que tenían flores pintadas eran mis preferidos; es muy difícil pintar figuras humanas encima de la tela. Cuando encontraba uno que las tenía y estaban bien perfiladas, me perdía y no podía dejar de comprarlo. Los abanicos que te he regalado, ¿los tiene tu madre? Hicimos mucha amistad con nuestros abaniqueros, Asunción y Paco, que cada feria eran fieles al encuentro y venían cargados con el trabajo de todo el año. Mi hermana vendía flores en el kiosco, yo la ayudaba y en las horas muertas conversábamos todos. A mí siempre me ha complacido hablar con todo el mundo. Así la distancia entre Aldaia y Xàtiva se fue acortando. Si durante el año se estropeaba alguna varilla, Paco me la reparaba cuando llegaba la Feria y me la dejaba como nueva, a estrenar. Siempre les decíamos que los feriantes se llevan el calor, pero había años en que se les olvidaba y nos lo dejaban todavía unos días más. Obelisco, obelisco.

Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
Relato publicado en el Llibre de la Fira de Xàtiva 2017
Fotografía: Antoni Marzal


domingo, 3 de septiembre de 2017

EL DERECHO A AMAR

El derecho a amar es una exposición de la fotógrafa Isabel Muñoz (Premio Nacional de Fotografía 2016). Esta interesante muestra se puede visitar hasta finales de septiembre en CentroCentro Cibeles, sede del Ayuntamiento de Madrid. Se encuentra integrada en el marco de las actividades organizadas a propósito del World Pride 2017. En ella, Muñoz intenta hacer un recorrido por la realidad social LGTBI actual en nuestro país. Se trata de un itinerario geográfico y temporal por la diversidad de un colectivo que no es ni uniforme ni homogéneo.

Un mérito que se apunta esta exhibición es el amplio espectro social que abarca. En ella podemos encontrar a personas anónimas, profesionales, activistas, intelectuales, gentes de a pie… que pertenecen a diferentes edades. El carácter intergeneracional de la exhibición rompe tópicos, subraya la naturaleza plural del colectivo LGTBI e integra a adolescentes, adultos y mayores que reivindican su derecho a amar a quien ellos deseen. Los adolescentes que se plantan orgullosos ante la cámara de Muñoz conversan con los activistas de los años 70 y 80, que lucharon por el reconocimiento de nuestros derechos, mientras los mayores les observan desde el desencanto y la libertad que les concede la edad y las personas transgénero esperan desafiantes e impacientes la normalización de su reivindicación. En medio de todos ellos y junto a ellos, estamos el resto. Para todos suena el despertador por las mañanas que nos señala el itinerario diurno que nos espera.

Hay dos rasgos que destacan en esta muestra de Isabel Muñoz. La primera es un característica fundamental en la obra de esta artista: la sensualidad del cuerpo humano. Muñoz, con su peculiar perspectiva, busca la belleza de todo cuerpo humano y consigue atraparla. Lo hace, por un lado, a través de la captación del detalle, ese fragmento fugaz que puede pasar desapercibido fácilmente. El segundo es la mirada: la de la fotógrafa que se asoma al mundo interno del ser humano al que fotografía; y la de la persona retratada que mira a cámara, involucrada en una relación de complicidad única con Isabel, en palabras de Arturo Armalte, promotor de este proyecto. De este vínculo entre artista y modelo puedo hablar en primera persona. Antes de la sesión fotográfica propiamente dicha, Muñoz lleva a cabo una entrevista con las personas que retratará, para conocer su historia, sus fracasos, sus ilusiones… Y lo hace sin reservas, abriendo sus propias carnes amorosas a su objeto-sujeto artístico, porque Muñoz retrata sujetos, no objetos, y sabe que es fundamental llegar a sus entrañas para conseguir su implicación. Solo así fluye el diálogo visual entre el ánima de la fotógrafa y la psique de quien se pone frente a su objetivo. Acabada la sesión fotográfica, una sensación extraña te invade: alguien ha escrutado tu intimidad y la ha captado y comprendido con un lenguaje artístico inédito.

Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
Artículo publicado en el diario 'Ágora Alcorcón', septiembre de 2017
Fotografía original de Isabel Muñoz