domingo, 11 de septiembre de 2022

CINCO LOBITOS

Cinco lobitos, ganadora del último festival de Málaga, es la ópera prima de Alauda Ruiz de Azúa. La historia que narra es sencilla. Amaia vive en Madrid y acaba de ser madre de una niña. Su pareja, Javi, tiene que ausentarse por motivos de trabajo unas semanas. Entonces Amaia decide volver a la casa familiar en un pueblo costero del País Vasco para que sus padres le ayuden en la crianza de la niña.

 

A partir del planteamiento de esta situación cotidiana, la directora y guionista va abordando, sin estridencias ni dramatismos, una serie de temas que nos afectan a todos y en los que es inevitable verse reflejado. El primero es la desmitificación de la maternidad que se ha idealizado tanto en el mundo occidental. Amaia se siente desbordada ante la responsabilidad de cuidar un ser tan indefenso y dependiente, a la vez que siente que ella, como mujer y profesional, queda anulada, o al menos en suspenso. Aparte de esto, la cinta también plantea toda la exigencia física y las secuelas que el embarazo, el parto y la lactancia dejan en el cuerpo de la mujer. 

 

El segundo es el complejo mundo emocional de las relaciones familiares. A partir de oraciones aparentemente intrascendentes, vamos hilvanando los diferentes roles que cada miembro de la familia tiene asignados, cómo Amaia se convierte en madre sin dejar de ser hija, cómo llega un momento en que te conviertes en padre/madre de tus progenitores, cómo la llegada de nuevos miembros a la familia modifica y transforma el mapa familiar y cómo afectan las limitaciones físicas y de la edad a todos, pero especialmente a los cuidadores que toda familia tiene. A esta tela de araña emocional familiar que nos atrapa y nos sostiene, se alía el lenguaje: cómo se hace uso de las palabras y de la comunicación, a través de los gestos, en las familias, qué se dice y que se omite, qué se da por supuesto y qué, llegado el momento crucial de la despedida, se hace explícito. Muy relacionadas con las relaciones familiares paterno-filiales, se encuentran las relaciones de pareja: cómo afecta la llegada de los hijos a la vida conyugal, cómo nos situamos emocionalmente frente a los padres de nuestras parejas, qué supone una infidelidad en la relación en un momento de crisis y soledad. ¿Es posible rehabilitar el edificio matrimonial después del desgaste de los años y los acontecimientos vitales?

 

Junto a estas cuestiones fundamentales, aparece también reflejada la situación laboral de unos padres (supuestamente autónomos) condicionados por un mundo exigente donde prima la inmediatez. Para presentarnos todo esto, Ruiz de Azúa cuenta con cuatro actores que se visten la piel de sus personajes con gran acierto. El dúo masculino afina el papel del joven padre primerizo (Mikel Bustamante) y del padrazo mayor paciente (Ramón Barea), que van personalizando en las difíciles situaciones que la vida les va poniendo delante. Sin embargo, la fuerza de la historia es orquestada por las dos actrices femeninas, Laia Costa (Amaia) y Susi Sánchez (Begoña) que nos ilustran con sus intepretaciones acerca de la complejidad y la sutileza de las relaciones entre madres e hijas. Los hechos se desarrollan con un dramatismo contenido que nunca llega a desbordarse y que, en determinados momentos, se acerca a lo cómico por el sarcasmo de alguno de los personajes. Pero, ¿no es eso la vida? ¿Una tragicomedia? 

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

 


 

2 comentarios:

  1. Hola Begoña! Ens has pintat molt bé la pel•lícula... Aniré a veure-la!

    ResponderEliminar