viernes, 15 de mayo de 2020

DISCURSO DE NO GRADUACIÓN

Hoy es un día especial para vosotros. Es el día de vuestra no graduación. Esta pandemia, que nos ha llegado de manera tan abrupta, se ha llevado por delante casi todas nuestras vidas: nuestra rutina escolar, vuestra graduación, nuestros esperados viajes, muchas de nuestras aficiones y costumbres y otros tantos proyectos y planes que quedan aplazados o en el aire. Se ha llevado lo que considerábamos importante y que resultó ser bastante superfluo para nuestra supervivencia y nos ha dejado semidesnudos, solos con nosotros mismos y con nuestros afectos. ¿Qué tal va la experiencia de estar tantas horas a solas con un adolescente?

Este curso quedará en mi memoria y vosotros en ella por dos motivos: la visita de Juan Mayorga al instituto y la pandemia que dejó en jaque a nuestro mundo consumista y superficial. Ambos sucesos ocurrieron en el mismo mes y, por suerte, nos dio tiempo a vivir el primero y estamos sobreviviendo al segundo. El 3 de marzo os proponía una práctica teatral de creatividad para presentar a mi querido Juan. Os pedí que pensarais que el salón de actos del instituto lo era de la Real Academia Española. Así fuimos transformando el lugar con nuestra mente y nuestra capacidad de fabular: el retrato de Cervantes, el nuevo académico vestido de gala y nervioso, la solemnidad del acto de ingreso, los discursos del dramaturgo y de la poeta Clara Janés. Hoy os propongo un nuevo ejercicio de imaginación. No hay académicos aletargados sentados escuchándoos (o sí, si es vuestro deseo). Hoy los protagonistas sois vosotros y estáis en el escenario, ocupando un lado. Como el padre de familia numerosa, también estáis nerviosos porque, como para él, hoy es un día importante en vuestra vida: hoy os graduáis y habéis conseguido hacerlo en medio del acontecimiento más inesperado y más dramático que ha ocurrido en este país en las últimas décadas. ¿Lo veis ya? Estáis sentados en un lateral del escenario, con vuestras mejores galas, en la línea de elegancia de los alumnos de los últimos años. Preside el escenario una mesa detrás de la cual están sentados el director, la jefa de estudios y vuestros tutores. Hay una pantalla donde se proyectará vuestra foto cuando Sira pronuncie vuestro nombre para que os acerquéis a por la banda. Aplaudiréis a vuestros amigos con más emoción y disfrutaréis del momento. Antes habéis escuchado el discurso del director, pero hoy no os importará que se enrolle y hasta escucharéis lo que dice. Os resonarán sus palabras porque son las últimas que alguien del instituto os dedica siendo alumnos.  El público va a ser vuestros padres, hermanos y algún abuelo. Es un día donde los incondicionales no pueden faltar. Desde el escenario iluminado no podréis verles, porque permanecerán en la sombra del patio de butacas. Pero sabéis que ellos están allí mirándoos, compartiendo este momento con vosotros.

También pronunciaréis vuestros discursos, con alguna broma para los profesores incluida, y todo discurrirá como la graduación típica, tópica y única que debía de ser. Vuestro querido profesor de Historia o Geografía subirá al escenario para dedicaros unas palabras. Ese día habrá vestido sus casi dos metros y medio de altura de traje y lo encontraréis extraño. Todos iremos vestidos para la ocasión y para la representación. Se pondrá nervioso. No sé si lo sabéis ya pero le inquieta mucho hablar en público. Ya lo estáis viendo que le cuesta empezar, pero no pasa nada porque enseguida empezarán a fluir las palabras. ¿Qué os dirá?

Habéis recorrido un largo camino desde que empezó el curso hasta el día de hoy. Lo empezasteis mucho antes cuando llegasteis al instituto muchos de vosotros para empezar la ESO. Pero lo que no podíamos imaginar en septiembre, cuando iniciamos el tramo final de vuestra andadura por el centro, era que el trayecto final lo íbamos a hacer separados físicamente, que solo podríamos haceros llegar nuestras explicaciones, correcciones y apoyo a través de la red. Esperamos, de todo corazón, que no os hayáis sentido solos y que nuestras palabras hayan sido un aliciente para seguir esforzándoos, estudiando y trabajando. La vida es una carrera de fondo y os ha tocado que esta etapa crucial de vuestra historia se vea aún más marcada por la historia colectiva. Estáis siendo testigos, como Harriet, La tortuga de Darwin, de uno de los acontecimientos más dolorosos del siglo XXI mientras acabáis el bachillerato. ¿Estamos volviéndonos más humanos o involucionando hacia la bestia? ¿Os habéis puesto en pie como ella en Guernica? ¿Habéis tomado vuestra propia palabra como hizo ella en el gueto de Varsovia?

Hoy he leído que una persona conocida que atravesaba por el trance más doloroso de su vida afirmaba: “No se puede hacer un drama del drama.” ¿Qué significan estas palabras? La escritora Mercè Rodoreda aseguraba de la protagonista de su novela La plaça del Diamant que Colometa hace lo que tiene que hacer desde su situación en la vida y, hacer lo que se tiene que hacer y nada más demuestra un talento natural digno de todos los respetos. Y esto tan aparentemente sencillo de hacer, hemos comprobado en estos dos últimos meses que no lo es tanto. Sin embargo, la mayoría de vosotros habéis demostrado ese talento natural y habéis seguido remando cuando parecía que la barca se hundía y todo esfuerzo parecía inútil. Por eso, os merecéis todo nuestro respeto.

Gracias por seguir remando, mientras hemos intentado sujetar las amarras de la incertidumbre, del miedo y del aislamiento. Por favor, esta tarde sentid la distancia física como una arma de protección; la soledad, como una fortaleza; y las palabras, estas palabras, como el abrazo que nos daremos con la mirada cuando nos podamos encontrar de nuevo.

Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe



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