Las mujeres del colectivo Ve-la luz han vuelto a la Puerta del
Sol. Dos meses después de haber abandonado la huelga de hambre que mantuvieron
durante semanas, se sienten defraudadas por las promesas incumplidas de unos
políticos que, una vez más, no están a la altura de los problemas de los
ciudadanos. Se les prometió ser parte activa en una mesa de negociación cuyo
objetivo era la redacción y el impulso de un gran Pacto de Estado contra la
violencia machista, un terrorismo silencioso que el año pasado se llevó por
delante la vida de 54 mujeres y en 2017 ya son 27. Hay un dato desgarrador que
se suma a estas cifras: la muerte de cuatro hijos de estas.
Esta asociación gallega para la defensa
de mujeres y niños supervivientes de la violencia de género y/o abusos propone
la inclusión de 25 puntos en esta ley necesaria e imprescindible para detener
este goteo constante de mujeres asesinadas. Reivindican desde el impulso de la
ley de 2004 a través de una ley integral, proporcionando a las víctimas el
reconocimiento y el derecho a las mismas ayudas que por terrorismo, hasta que
se contemple la figura del feminicidio. Entre otros puntos, reclaman que el
Estado se haga cargo del proceso de recuperación de las víctimas mientras dure
el proceso judicial y de las pensiones alimenticias de los menores.
Esta semana, el Congreso ha dado el
primer paso para que los hijos de mujeres asesinadas por sus parejas o
exparejas tengan derecho a una pensión de orfandad de un mínimo de 677 euros al
mes. De nuevo, la inoperancia, la desidia y la falta de voluntad política de
afrontar un problema fundamental solo se ve alterada cuando el foco mediático
se sitúa sobre él. Parece que el arco parlamentario solo reacciona ante el
efectismo que provoca un titular periodístico.
Pero, por encima de estos datos crudos y
descorazonadores, se impone una idea que se ignora y a la que se le da la espalda:
EL MACHISMO MATA. Este machismo está instalado en nuestro día a día, se nos
inocula en la educación heteropatriarcal, aparentemente inocua, que recibimos,
se nos cuela en forma de chiste u ocurrencia en nuestra cotidianeidad, marca y
condiciona muchas veces nuestras relaciones sociales, familiares, laborales… El
hecho habitual de que se quiera contaminar el término ‘feminismo’ y que se
cuestione su significado y su vigencia ya es una forma de machismo porque,
seamos conscientes, queda mucho machismo latente en nuestra sociedad. Es un
machismo que muchas veces se disfraza de falsa progresía, de intelectualidad,
que se adorna con un discurso construido de historia y de palabras fatuas. Ese
machismo ejerce una violencia invisible sobre todas las mujeres, sobre las que
queremos ser conscientes y cambiarlo poco a poco, sobre las que hemos sido
vencidas por un discurso masculino dominante y nos mostramos más sumisas. Ese
machismo, supuestamente inofensivo, en demasiadas ocasiones se trasforma y
adopta formas de brutalidad y violencia extremas. Es por esto que es necesario
e imprescindible un Pacto de Estado contra la violencia machista.
Begoña Chorques Fuster
Profesora y escritora
Artículo publicado en el periódico 'Agora Alcorcón'
Fotografía de María José Mier Caminero
Fotografía de María José Mier Caminero
No hay comentarios:
Publicar un comentario