Aquel acontecimiento increíble había
provocado que todas las habitantes de la Tierra se reunieran en torno a aquel
hecho admirable. Las más sabias, que eran aquellas que habían dedicado su vida
a la tarea de la lectura, advirtieron que aquello era una acción común en el
mundo antiguo, aquella edad que el resto había conocido solo por las historias
que les narraban las lectoras. Estas, entregadas al estudio de los vetustos
libros, se habían convertido en la nueva era en las encargadas de preservar el
conocimiento ancestral. Contaban a las demás la cotidianeidad de la sociedad
anterior al Gran Fuego, cuando la humanidad ocupaba toda la esfera terrestre y
se reproducía sin ninguna restricción por la alegría de dar vida. Ellas, las
herederas de la especie humana superviviente, vivían todas en la Antártida, el
único reducto habitable del planeta azul. Y todas tenían los ojos azules. Nunca
habían sabido el porqué, pero había arraigado la creencia de que este color en
el iris había sido la razón de la salvación de la extinción de la especie
humana. Sus progenitoras y antepasados –estaba empezando la vigésima generación
superviviente– los tenían. Habían documentado, gracias a los manuales de
Anatomía, que la pupila era, en realidad, un agujero. Lo percibían negro porque
se asomaban a la profundidad del ojo. En aquel abismo las lectoras depositaban
todas las palabras de la cultura milenaria. ¿Por qué habían sobrevivido al Gran
Fuego solo las que tenían los ojos azules? Quizás aquel episodio prodigioso
resolvería la incógnita del pigmento azulado: los ojos de una joven lectora
habían derramado agua de mar al acabar de leer un largo poema de una odisea
atávica, llena de aventuras y de conocimiento. La tierra emergía de nuevo en su
mirada. Estaba llorando.
Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
Obra del artista plástico Miquel Molla (La Granja de La Costera, 1958)
Precioso relato, Begoña. Al leerlo, se queda una con ganas de saber más de ese reducto de supervivientes. Espero que no sea premonitorio...
ResponderEliminar¿Por qué tenían los ojos azules?
EliminarEl lirismo siempre es la mejor respuesta científica. Gracias por explicar el azul de nuestros ojos
ResponderEliminarJeje... No se te escapa ni una... ;-)
EliminarMuy bonito relato.
ResponderEliminarGracias, Víctor. Cuidaos mucho. Bona diada!
Eliminar