domingo, 10 de septiembre de 2023

EL ÚLTIMO AZUL

Aquel acontecimiento increíble había provocado que todas las habitantes de la Tierra se reunieran en torno a aquel hecho admirable. Las más sabias, que eran aquellas que habían dedicado su vida a la tarea de la lectura, advirtieron que aquello era una acción común en el mundo antiguo, aquella edad que el resto había conocido solo por las historias que les narraban las lectoras. Estas, entregadas al estudio de los vetustos libros, se habían convertido en la nueva era en las encargadas de preservar el conocimiento ancestral. Contaban a las demás la cotidianeidad de la sociedad anterior al Gran Fuego, cuando la humanidad ocupaba toda la esfera terrestre y se reproducía sin ninguna restricción por la alegría de dar vida. Ellas, las herederas de la especie humana superviviente, vivían todas en la Antártida, el único reducto habitable del planeta azul. Y todas tenían los ojos azules. Nunca habían sabido el porqué, pero había arraigado la creencia de que este color en el iris había sido la razón de la salvación de la extinción de la especie humana. Sus progenitoras y antepasados –estaba empezando la vigésima generación superviviente– los tenían. Habían documentado, gracias a los manuales de Anatomía, que la pupila era, en realidad, un agujero. Lo percibían negro porque se asomaban a la profundidad del ojo. En aquel abismo las lectoras depositaban todas las palabras de la cultura milenaria. ¿Por qué habían sobrevivido al Gran Fuego solo las que tenían los ojos azules? Quizás aquel episodio prodigioso resolvería la incógnita del pigmento azulado: los ojos de una joven lectora habían derramado agua de mar al acabar de leer un largo poema de una odisea atávica, llena de aventuras y de conocimiento. La tierra emergía de nuevo en su mirada. Estaba llorando.                          

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

Obra del artista plástico Miquel Molla (La Granja de La Costera, 1958)

Blog de Miquel Mollà:  http://artdefonsmiquelmolla.blogspot.com/2022/07/el-darrer-blau.html


 

6 comentarios:

  1. Precioso relato, Begoña. Al leerlo, se queda una con ganas de saber más de ese reducto de supervivientes. Espero que no sea premonitorio...

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  2. El lirismo siempre es la mejor respuesta científica. Gracias por explicar el azul de nuestros ojos

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