domingo, 12 de septiembre de 2021

MADRES VERDADERAS

Madres verdaderas (Naomi Kawase, 2021) es una historia que indaga en las maternidades contemporáneas, en lo que significa ser madre hoy en día y en las presiones sociales y culturales que impone esta condición a las mujeres, pero también en algunos hombres. La maternidad es un tema recurrente en la filmografía de Naomi Kawase –Una pastelería de Tokyo (2015) o Aguas tranquilas (2014)–, pero me atrevería a decir que en el cine japonés actual. La reflexión en torno a la filiación parental se plasma en el peso que aún tiene en una sociedad tradicional como la japonesa el vínculo biológico. Lo hemos visto en películas imprescindibles de Hirokazu Koreeda –De tal padre, tal hijo (2013), Nuestra hermana pequeña (2015) y la aclamada Un asunto de familia (2018)– donde cuestiona que el ligamen paterno-filial tenga que ser sanguíneo para ser verdadero. Y es que el tema de la familia interesa a los cineastas nipones: si no, recordemos Una familia de Tokyo (Yôji Yamada, 2013), magnífico remake del clásico Cuentos de Tokyo (Yasujiro Ozu, 1953).

 

Madres verdaderas cuenta la historia de las madres de Asako, un niño de cinco años adoptado. Satako (Hiromi Nagasaku), madre adoptiva, y Kiyokazu son un matrimonio acomodado que no ve culminada su relación con la llegada de un hijo. El motivo no es otro que la azoospermia que sufre él, esto es, ausencia de esperma en el semen. Él llega a ofrecerle el divorcio como solución a su esterilidad. Hikari (Ayu Makita), madre biólogica, queda embarazada en una relación amorosa adolescente y, ante su avanzado estado de gestación y la imposibilidad de interrumpir el embarazo, es obligada por su familia a dar el niño en adopción a Baby Baton, un programa que dirige Hiroko, que también se revela como otra madre para las jóvenes embarazadas (muchas de ellas procedentes de ambientes sociales muy complicados y degradados) que pasan los últimos meses de gestación en una isla cercana a Hiroshima.

 

Madres verdaderas está basada en la novela homónima de Mizuki Tsujimura y comienza con la interrupción de la vida cotidiana de Satako, que recibe una llamada de teléfono del colegio de Asako. Una compañera ha caído en el patio y afirma que Satako la ha empujado. Satako quiere creer a su hijo, que asegura que no la ha tocado, pero la sombra de la duda atormenta a esta madre adoptiva que se plantea si quizás no conoce realmente a su hijo. La narrativa de la historia es clásica. A continuación, comienzan una serie de flashbacks que nos sumergen en la historia de la pareja de padres adoptivos y de la madre biológica y que va ahondando en los motivos y los avatares que les llevan a su presente.

 

Madres verdaderas es un drama, a veces duro, siempre reflexivo, sobre cómo las decisiones de los padres recaen sobre la vida de sus hijos. A pesar de la cuidada estética de esta cineasta, no cae en el melodrama y contiene las emociones en situaciones vitales de difícil gestión. La historia se complica cuando Hikari, que abandonó la casa de sus padres que ni la cuidaron ni la entendieron, llama por teléfono a Satako para reclamarle algo.

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

 


 

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