domingo, 21 de marzo de 2021

ENTRE NOSOTRAS

Tu vivrai con me

in un’isola fantastica

e un mondo vedrai di lassù

un mondo nascosto nel blu

tutto nuovo per te.

 

 

La terra, la terra, la terra

sarà senza frontiere

la terra, la terra

ci porterà fortuna

la luna, la luna

per noi sarà il domani

se m’ami, se m’ami.

Se verrai con me.

 

Entre nosotras (Filippo Meneghetti, 2019) es un drama romántico y es el debut de su director en el largometraje. La canción italiana Sul mio carro resuena con potencia en las cavidades torácicas del espectador. A partir de ahí, el relato cinematográfico va desmontando uno a uno los pilares que apuntalan el género, a la vez que se vale de ellos para construir una historia que a muchas mujeres nos hubiera gustado ver hace tiempo. No obstante, hay que decir que en el cine español ya se hizo una película que exponía una historia de amor entre dos mujeres mayores: 80 egunean (José María Goenaga y Jon Garaño, 2010)

 

Las protagonistas son dos mujeres: Nina (Barbara Sukova) y Madeleine (Martine Chevallier, actriz de larga trayectoria en el teatro francés) que viven una historia de amor clandestino al margen de la heterosexualidad normativa. Para su entorno, son dos vecinas que comparten rellano y una buena amistad. Su romance dura décadas porque ambas son septuagenarias jubiladas. Más allá del tópico de que el amor no tiene edad, la cinta intenta mostrarnos que todo ser humano está vivo, ama, siente y practica sexo más allá de la edad y el cuerpo que socialmente se consideran estéticos y adecuados. Esta historia de amor maduro no obvia lo erótico, que sí trata con sutileza, ternura y pudor. Entre nosotras permite que nos asomemos a la ventana de la intimidad lésbica de dos señoras que no temen dejar sus pies (y sus cuerpos) desnudos.  

 

Las dos desean vivir su historia con mayor libertad. Nina se muestra decidida a traspasar las barreras sociales necesarias, incluidas las fronteras, para vivir su amor en verdad. “A nadie le importan dos viejas bolleras”. Madeleine, más timorata, sufre por el juicio social al que serán sometidas, especialmente por parte de sus hijos, ante los que no se atreve a confesarse. De esta escena, se desvela la siempre compleja urdimbre de las relaciones familiares entre sus miembros, especialmente con los varones. También aparecen la culpa y la represión autoimpuesta que se muestra incapaz de vencer.

 

La cotidianeidad de estas dos ancianas se ve truncada cuando un problema de salud acaba con sus rutinas ocultas. Ocurre lo inesperado, pero que a todos nos aguarda tarde o temprano. Entonces emerge el temor a perder a la persona amada de una manera abrupta y silenciosa. Se pone de manifiesto en la pantalla la desprotección legal que tantas parejas han vivido a lo largo de la historia por falta de derechos civiles que protegiesen sus uniones y vínculos. Y se palpa la angustia y la impotencia de quien tiene que presenciar, como una espía, cómo su compañera se asoma al abismo de la muerte y la discapacidad. El director y coguionista no ofrece un relato edulcorado y de sublimación del sacrificio; más bien se mantiene en el marco del realismo y constata cómo esta situación límite (o cualquier otra) saca lo mejor y lo peor de nosotros a la vez.

 

Destacan la puesta en escena, casi teatral ya que se desarrolla principalmente en interiores, los dos apartamentos, y la interpretación sobresaliente de las dos actrices protagonistas. Un mérito de la narración es que frustra las expectativas de quien se acerca al cine: desde la inquietante escena inicial donde aparece una niña en un parque abierto, pero sombrío, pasando por algunas evocaciones oníricas al mundo interno de estas dos mujeres, hasta llegar a un final imprevisible que nos invita a seguir el relato nosotros mismos. Eso sí, con esta magnífica banda sonora:

 

Vivirás conmigo

en una isla fantástica

y verás un mundo allá arriba,

un mundo oculto en el azul,

todo nuevo para ti.

 

La tierra, la tierra, la tierra

será sin fronteras,

la tierra, la tierra nos traerá suerte

la luna, la luna para nosotras será mañana,

si me amas, si me amas.

Si vienes conmigo.

 

Begoña Chorques Fuster

 Profesora que escribe
 

 

3 comentarios:

  1. Sin duda, películas como ésta siguen haciendo falta como un aldabonazo a las conciencias de muchos y una constatación clara de que, mucho se ha hecho, pero mucho más queda por hacer..

    ResponderEliminar