domingo, 9 de diciembre de 2018

VOX POPULI

Desde hace una semana ocupan la casi totalidad de las conversaciones cotidianas, también las mediáticas, ni que decir tiene. Se han colado en las viñetas de todos los periódicos e incluso en los chistes diarios que hacemos para sobrevivir al día a día. Se han escrito sesudos artículos de opinión para tratar de explicar lo que ha ocurrido y qué se puede hacer ante lo que es un hecho: un partido de extrema derecha ha conseguido representación en un parlamento español por primera vez en la historia de la democracia reciente.

El momento histórico que vivimos es complejo y la irrupción de este partido en las elecciones andaluzas no responde a un único origen como algunos pretenden argumentar. El problema territorial español y el hostigamiento del anticatalanismo han sido un factor importante en el hecho de que este partido haya cosechado su mejor resultado electoral, pero no es el único. VOX fue fundado por Santiago Abascal a finales de 2013, fecha en la que el procés ya estaba en marcha, ya que fue en 2014 cuando se celebró la consulta del 9N. Desde entonces, ha habido numerosas citas electorales en las que no habían conseguido representación. No, la implosión de VOX responde a un cúmulo de circunstancias que actúan como causas: unas, propias de la mal asumida diversidad de la piel de toro; otras responden a un anomalía global que hace que los países con un nivel de bienestar económico suficiente cierren filas y fronteras. Lo hemos visto primero en la vieja Europa y, después, hemos sido testigos de cómo este fenómeno saltaba el charco a Estados Unidos, primero, y a Brasil, después.

Vivimos, desde hace décadas, en una permanente crisis migratoria a la cual los países desarrollados no saben dar respuesta. Las políticas llevadas a cabo por los países occidentales continúan perpetuando estas diferencias tan socialmente injustas, basadas en la explotación de los países pobres, ricos en materias primas y la venta de armas. ¿Qué es lo que ha cambiado? Las consecuencias sociales tan devastadoras que ha tenido la crisis económica que vivimos desde hace más de una década. Las condiciones laborales y de vida han empeorado lo suficiente en los países ricos como para azuzar el fantasma del inmigrante que viene a ocupar puestos de trabajo deseados por los autóctonos y a consumir los recursos públicos. Sin embargo, debiéramos pensar en cómo el número de ricos ha crecido en España durante la crisis y, si no son estos instigadores de la xenofobia, los principales beneficiaros de esta devaluación de las condiciones laborales de los trabajadores en España. Tengamos en cuenta que el número de inmigrantes en España ha caído desde el inicio de la crisis, mientras que los derechos laborales han retrocedido exponencialmente. Durante los felices 2000 no se escuchaban voces oficiales contra la inmigración; antes bien se bendecía este maná que creaba riqueza.

Otro factor que ha despertado el fantasma del fascismo que algunos creían dormido ha sido el anuncio del gobierno socialista de desmantelar el Valle de los Caídos, con el consecuente traslado de los restos del dictador. Da la impresión de que la España que venció y aplastó a la otra España no está dispuesta a transigir más: ni reformas constitucionales, ni condena del franquismo, ni reparación de las víctimas. La respuesta es la recentralización y la homogeneidad a la vieja usanza. Es por esto que los partidos de la izquierda deben dar una respuesta seria y organizada que combata esta nueva oleada de los fascismos, pero no solo llamando a la movilización en las calles, sino mediante políticas coherentes que vuelvan a mirar a la clase trabajadora y que supongan una re-concienciación obrera que llene de significado y de hechos el discurso político que se ha banalizado y prostituido por completo. Solo así conseguirán movilizar el voto de la izquierda, tan desencantado con unos partidos que hace mucho se echaron a los brazos del neoliberalismo. 

Otro de los estandartes de VOX es su lucha contra el feminismo radical que pasa por la derogación de todas las leyes que buscan la igualdad entre géneros. Ponen en cuestión incluso la terrible lacra social de la violencia machista que sufrimos las mujeres y, en demasiadas ocasiones, también los hijos. Esta cuarta oleada feminista que vivimos ha enrabietado los egos machos patrios de una manera que, no por previsible, es menos virulenta. Y atacan todo aquello que supone diversidad y tolerancia, porque entienden la realidad de una manera unívoca y uniforme. Son blanco de sus ataques las políticas que intentan acabar con la violencia contra las mujeres, las leyes de protección integral contra la LGTBIfobia (aprobada a propuesta del PP en la Comunidad de Madrid), las políticas feministas de igualdad, la sanidad universal.

No nos engañemos: VOX y sus dirigentes están en contra de todo lo que supone diversidad y pluralismo, sea lingüístico, cultural, sexual, ideológico, educativo… Y en esa defensa obstinada y unívoca de la uniformidad está su raíz antidemocrática, porque no aceptan la diferencia, no son capaces de apreciar la riqueza que supone el pensamiento diferente. La cuestión es que ellos caben en la España plural actual que con sus muchas sombras y algunas luces hemos ido construyendo entre todos, pero muchos no cabemos en la suya. 

Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
Artículo publicado en el diario digital ‘Ágora Alcorcón’
Viñeta de Dani Gove


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