domingo, 30 de junio de 2024

HIJ@S DE PUTIN

Parece que ya sabemos quién es el malo malísimo desde hace dos años aunque, en los últimos tiempos, no dejan de brotar, como las malas hierbas, villanos por toda la esfera internacional y por el suelo patrio. Sin embargo, esta gacetilla no les dedicará una línea más a esos malvados sacados del peor cómic de terror y que provocan la muerte de tantos inocentes. Estos renglones van dedicados a sus secuaces, a los colaboradores necesarios que asumen el discurso de violencia y maltrato para ejercer y mantener un supuesto poder que consideran que los convierte en omnipotentes. No son grandes mandatarios ni se le llama a desempeñar puestos de relevancia pública y mediática. Están y viven entre nosotros, el común de los mortales.

 

Avispado lector, como ya habrás deducido, no me estoy refiriendo a los círculos de poder a los que los ciudadanos de a pie no tenemos acceso. Mira a tu alrededor, observa tu entorno y encontrarás hij@s de Putin, personas que han vendido su alma al diablo por una misérrima cuota de poder que les hace sentirse importantes en su vacuidad. A estas cretinas se les olvida que acabarán en el lugar que nos espera a todos: la caja de pino. Estas miserables se hallan en nuestros entornos laborales, vecinales, sociales y también familiares. Como la peor cizaña, se encuentran sembradas por doquier y crecen a expensas del buen hacer y el trabajo de los demás. Son parásitos que se benefician del quehacer de aquellos a los que consideran sus subordinados (porque este es su lenguaje) sin el menor rubor, colgándose medallas de la dedicación y profesionalidad de quien está a su lado. Porque son pretenciosas y arrogantes y consideran que las personas son de usar y tirar, que el fin justifica los medios y quienes tenemos la desgracia de cruzarnos con estos seres abyectos seremos utilizados para sus objetivos. Son mediocres, ineficaces, incompetentes y sin ninguna capacidad de liderazgo resiliente y motivador. Son unas completas inútiles. Y mira que odio esta palabra porque me parece el peor insulto que podemos dirigirle a alguien, ya que todos servimos para algo.

 

Entonces, ¿para que sirven los hij@s de Putin? Los hij@s de Putin tienen como objetivo el rédito y la vanagloria personales. Estos seres psicópatas narcisistas buscan en el reconocimiento social, que no les llega, subsanar su acuciado complejo de inferioridad porque, aunque no lo confiesen abiertamente, saben que son unos completos incompetentes. En algún momento de debilidad, lloran por las esquinas lamentándose de que nadie los quiere. ¿Cómo te vamos a querer, pedazo de cabrón? Otra utilidad de estos grandiosos hij@s de Putin es hacer daño. Ahora se les llama personas tóxicas a los que toda la vida hemos denominado como hij@s de puta de tomo y lomo. En realidad, son personas dañinas que buscan en el menosprecio de los demás su enaltecimiento, como si de nuevos pseudomesías se trataran. Porque solo ellas pueden salvar al entorno del caos, cuando ellas mismas generan ese desconcierto y embrollo. Son amargadas que amargan con una capacidad de emponzoñar sin límites. Todo lo que tocan lo envilecen y lo estropean. Ocupan un espacio que no merecen, que podría ser aprovechado por personas eficaces y constructivas, no destructivas como ellas, que provocan que todo sea una mierda y que todo su entorno se sienta mal. Expresar sentido crítico, discrepancia o negarse a colaborar en sus absurdos y demenciales planes nos convierte a los disidentes en proscritos, en desleales a un plan supremo que busca su propia glorificación, enriquecimiento y/o alimento de su vanidad.

 

Son vengativas porque pretenden ajustar las mil cuentas pendientes que tienen consigo mismas en los demás. Actúan con alevosía y malas artes. Y, qué carajo, porque son mala gente, chusma de la peor ralea con la que tenemos la desgracia de tropezarnos. Su intención es humillar al prójimo para quedar por encima. Buscan utilizar los puntos vulnerables de los demás para hacer daño, porque solo se afirman a sí mismas en esa manera de actuar. No saben lo que es la autocrítica. La represión y el maltrato son la única respuesta que saben dar a los conflictos que están generando constantemente con su manera déspota y autoritaria de obrar. Su discurso es vacío y tramposo; con el lenguaje intentan distorsionar y manipular la realidad. Repiten una serie de palabras que consideran mágicas, mientras le van dando patadas al diccionario. No lo consiguen porque sus escasas luces no llegan a ser ni de cruce.

 

Se rodean de los niet@s de Putin, subalternas de los que esperan obediencia absoluta, marionetas a su servicio que no deben ni pueden cuestionar su autoridad absoluta, morralla incapaz, colaboradoras serviles con su despropósito, en la conjura de los necios y los locos, como los propios hij@s de Putin. Y si acaso muestran el menor ápice de iniciativa, los aplastan y los estrujan. Machacan a quien se acerca, los pasan por la trituradora hasta hacerlos polvo, en pos del medro y el triunfo social y profesional. El abuso y el maltrato son sus señas de identidad. Son vulgares, sin ningún carisma, ratas de alcantarilla nauseabunda. Los hij@s de Putin desconocen lo que es la inteligencia emocional: en primer lugar, porque no son inteligentes, son estúpidas, tontas, pertenecen al género bobo y, además, han desertado de sus emociones, las han amordazado, anestesiado a base de alienarse y enterrar sus traumas del pasado que proyectan constantemente en los demás. Son psicópatas y sociópatas.

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

Obra: Hijos de Puta de José Manuel Ciria (2002)

Óleo sobre madera, 300 x 200 cm

 


 


domingo, 23 de junio de 2024

EL TERN

“Los que aguanten el tirón de los malos tiempos se sentirán mejor por haber conseguido sobrevivir”. 

 

Luis Bermejo i Javier Gutiérrez es tornen a vestir de tern per interpretar aquesta comèdia negra que bascula entre el drama i l’esperpent. Si a aquest magistral tàndem actoral li afegim que es tracta d’un text escrit i dirigit per Juan Cavestany (Premi Max 2010 al millor autor teatral per Urtain), els inquiets i curiosos espectadores podran comprar les seues entrades amb la tranquil·litat que veuran quelcom interessant i bo. Així ha ocorregut esgotant localitats, encara que aquesta vegada s’han ampliat les representacions fins el 7 de juliol. Tanmateix, hi ha uns quants motius més per no perdre’s aquest muntatge.

 

El primer és que es tracta d’una obra que ja va estar en cartell protagonitzada per aquests dos mateixos actors al 2012. Aquest text va sorgir quan encara ens estàvem recuperant de la gran recessió o la gran estafa (segons es mire) i ens havien fet creure que vivíem per damunt de les nostre possibilitats. La primera intenció de l’obra (potser difuminada en aquesta reposició) era denunciar els casos de corrupció política que es succeïen sense cap control.  Cavestany aborda la decadència ètica de l’individu que viu submergit en una competitivitat descarnada i en la persecució malaltissa d’un èxit que s’emporta per davant el més important de la vida: la nostra salut, el nostre temps i els nostres afectes. Els sona d’alguna cosa? Em temia la resposta. Aquest mal anomenat triomf a la vida consisteix a la riquesa material i al poder sobre els altres. No obstant, que ningú no espere veure una obra plena de missatges tendenciosos ja que El traje és una comèdia plena d’humor i sarcasme.

 

El segon és el duel interpretatiu i fratern d’aquests dos grans actors que es tornen a trobar després de més d’una dècada. Recordem també que van tornar a treballar junts en l’irrepetible adaptació de Los santos inocentes de Miguel Delibes que vam poder veure a Las Naves del Español fa ara un any. Ambdós ens van regalar un Azarías i un Paco el Bajo que no oblidarem mai. Es tracta d’una batalla dialèctica i física plena de cruesa, de tensió i d’un humor surrealista. Per obres com aquesta, aquests dos monstres de la interpretació saben que no poden abandonar el teatre. Sembla que tots dos van instar Cavestany a tornar a pujar l’obra a les taules.

 

En tercer lloc, pel plantejament de la història. El text respecta la regla clàssica de les tres unitats. És el primer dia de rebaixes d’una grans magatzems d’una gran ciutat. S’ha produït la repetida imatge de la gent entrant a la desbandada amb la intenció d’atrapar la millor oferta, però hi ha hagut un accident. Saber què ha ocorregut realment esdevé l’assumpte principal, encara que això és sols un pretext. En una habitació del darrere o un soterrani, un estrany vigilant de seguretat (Luis Bermejo) interroga un estressat home de classe acomodada (Javier Gutiérrez), que va anar a comprar un tern, amb la intenció d’esbrinar els fets, o no? El vigilant comença un sospitós interrogatori que ens fa dubtar sobre el que ha passat realment. L’atmosfera asfixiant d’un espai tancat fa pujar els decibels del diàleg, a la vegada que treuen el cap dos espai fora de l’escenari: una habitació contigua on es troba la suposada víctima d’aquest accident i la casa de l’home de negocis que es cola en forma de trucada telefònica i per les quals emergeixen els seus conflictes familiars.

 

En quart lloc, en aquesta nova vida del text de l’obra, s’aprecia molt més el que té d’universal: posa de relleu la nostra terrible solitud, com d’artificial és la vida que portem i construïm, com de vulnerables som encara que ens ho neguem a nosaltres mateixos i com d’insensats, insensibles i psicòpates podem arribar a ser si ens deixem dur per aquesta societat que ens deshumanitza i ens arravata la nostra essència solidària i de col·laboració. La representació és breu; dura un poc més d’una hora. Ens queda la resta del temps per interrogar-nos sobre la nostra vida, quan es produeix el fos a negre.

 

Begoña Chorques Fuster

Professora que escriu

 


 

 

domingo, 16 de junio de 2024

BREU HISTÒRIA DEL FERROCARRIL ESPANYOL

“Que usted no sienta pasión por los trenes, que no le interesen en absoluto, que los aborrezca o incluso que le repugnen, no significa que no necesite saber su historia. Nos gusten o no nos gusten forman parte del paisaje en el que vivimos. Y su presencia en este paisaje, igual que la de las iglesias y los pantanos, igual que los inmensos campos de colza o las urbanizaciones semidesiertas, no tiene una naturaleza arbitraria. Por eso esta noche intentaremos hacer un ejercicio de memoria, con la esperanza de hacer al mismo tiempo un ejercicio de justicia.” Així comença i acaba Breve historia del ferrocarril español de Joan Yago, que es pot veure a la sala de la Princesa (no és un acudit) del Teatre María Guerrero de Madrid fins el 2 de juny. Aquesta obra és el resultat d’una Residència Dramàtica del CDN de l’autor i va esdevenir una obra amb tanta substància que, després d’estar en cartell la temporada passada, ha tornat al CDN. 

 

La peça està dirigida per Beatriz Jaén, que pretén executar “un elogi de l’escàndol”, i interpretada per dues úniques actrius, Paloma Córdoba i Esther Isla, que duen a terme una interpretació única i una desficaciada classe d’història, feta de burla i paròdia, a través del segle XIX espanyol fins els nostres dies. ¿Què tenen a veure la construcció d’una de les primeres línies de ferrocarril entre Madrid i Aranjuez amb la inauguració de l’AVE a la Meca? La primera ens parla del naixement del capitalisme a Espanya i la segona... ya tú sabes... Han passat dos-cents anys i un verb mai admès al diccionari de la RAE ens dona la resposta: borbonear.

 

El Diccionario del español actual de Manuel Seco, que és més pragmàtic i menys reial, el defineix com “manejar hábilmente [un miembro de la dinastía Borbón a alguien o algo] para conseguir objetivos políticos.” Però això ocorria a Espanya fa dos segles, perquè ara som una democràcia plena amb un estat de dret que funciona. I, mira tu per on, qui ens ho havia de dir, amb aquestes dues llengudes sobre l’escenari, que el que pensàvem que eren escàndols actuals són velles històries que es repeteixen de forma cíclica, o és a l’inrevés? Tant s’hi val: de Borbó mudaràs, però de lladre no t’escaparàs.

 

Que no, Begoña, que t’equivoques… Són tot elucubracions teues. Aquesta obra denuncia la corrupció política i econòmica que va esguitar la reina regent  Maria Cristina de Borbó i el seu segon marit, Fernando Muñoz, amb qui es va casar dos mesos després de la mort de Ferran VII, la seua filla Isabel II (que, en el meu deliri, no sé per què em recorda els froilans i les victòries federiques...) i al Marqués de Salamanca, quin confit alcoià, que dirien per les meues terres. Però això va passar fa molt, molt de temps (a long, long time ago…).

 

Amb molt d’humor i ingeni, el text està lluny de caure en el partidisme ideològic o el tan temut adoctrinament. Que per què escric això? Perquè l’allau de dades històriques que ens ofereixen, de forma dinàmica i transvestida, ens va congelant el somriure fins deixar-nos cara d’espanyols idiotes. Amb perdó, que ningú no s’ofenga ni per allò d’idiota ni per allò d’espanyol. Però, “¿cómo demonio os creéis que sería una España sin Borbones?” Ens pregunta Isabel II, la fogosa trempada incorregible, prop del final. “Pues exactamente igual, pero sin Borbones.” Vinga, si és que s’ha de ser carallot... I és que per algun motiu vam inventar la picaresca. Quina barbaritat! Quanta irreverència! Però, què voleu que vos diga? Els ha quedat una comèdia molt borbònica.

 

Que usted no sienta pasión por los trenes, que no le interesen en absoluto, que los aborrezca o incluso que le repugnen, no significa que no necesite saber su historia.

 

Begoña Chorques Fuster

Professora que escriu

 


 

 


domingo, 9 de junio de 2024

EL TRAJE

“Los que aguanten el tirón de los malos tiempos se sentirán mejor por haber conseguido sobrevivir”.

 

Luis Bermejo y Javier Gutiérrez se vuelven a poner el traje para interpretar esta comedia negra que bascula entre el drama y el esperpento. Si a este magistral tándem actoral añadimos que se trata de un texto escrito y dirigido por Juan Cavestany (Premio Max 2010 a mejor autor teatral por Urtain), los inquietos y curiosos espectadores podrán comprar sus entradas con la tranquilidad de que verán algo interesante y bueno. Así ha sucedido agotando localidades, aunque esta vez se han ampliado las representaciones hasta el 7 de julio. Sin embargo, hay unos cuantos motivos más para no perderse este montaje.

 

El primero es que se trata de una obra que ya estuvo en cartel protagonizada por estos dos mismos actores en 2012. Este texto surgió cuando aún nos estábamos recuperando de la gran recesión o la gran estafa (según se mire) y nos habían hecho creer que vivíamos por encima de nuestras posibilidades. La primera intención de la obra (algo difuminada en esta reposición) era denunciar los casos de corrupción política que se sucedían sin ningún control. Cavestany aborda la decadencia ética del individuo que vive sumergido en una competitividad descarnada y en la persecución enfermiza de un éxito que se lleva por delante lo más importante de la vida: nuestra salud, nuestro tiempo y nuestros afectos. ¿Les suena de algo? Temía la respuesta. Ese mal llamado triunfo en la vida consiste en la riqueza material y el poder sobre los demás. No obstante, que nadie espere ver una obra llena de mensajes tendenciosos ya que El traje es una comedia llena de humor y sarcasmo.

 

El segundo es el duelo interpretativo y fraterno de estos dos grandes actores que se vuelven a encontrar después de más de una década. Recordemos también que volvieron a trabajar juntos en la irrepetible adaptación de Los santos inocentes de Miguel Delibes que pudimos ver en Las Naves del Español hace ahora un año. Ambos nos regalaron un Azarías y un Paco el Bajo que no olvidaremos nunca. Se trata de una batalla dialéctica y física llena de crudeza, de tensión y de un humor surrealista. Por obras como esta, estos dos monstruos de la interpretación saben que no pueden abandonar el teatro. Parece ser que ambos insistieron a Cavestany para que la obra volviera a subir a las tablas.

 

En tercer lugar, por el planteamiento de la historia. El texto respeta la regla clásica de las tres unidades. Es el primer día de rebajas en unos grandes almacenes de una gran ciudad. Se ha producido la repetida imagen de la gente entrando en desbandada con la intención de atrapar la mejor oferta, pero ha habido un accidente. Saber qué ha ocurrido realmente se convierte en el asunto principal, aunque esto es solo el pretexto. En una habitación trasera o un sótano, un extraño vigilante de seguridad (Luis Bermejo) interroga a un estresado hombre de clase acomodada (Javier Gutiérrez), que fue a comprar un traje, con el fin de averiguar los hechos, ¿o no? El vigilante inicia un sospechoso interrogatorio que nos hace dudar sobre lo que ha pasado realmente. La atmósfera asfixiante de un espacio cerrado hace subir los decibelios del diálogo, a la vez que asoman otros dos espacios fuera de escenario: una habitación contigua donde se encuentra la supuesta víctima de este accidente y la casa del hombre de negocios que se cuela en forma de llamada telefónica y por las que emergen sus conflictos familiares.

 

En cuarto lugar, en esta nueva vida del texto de la obra, se aprecia mucho más lo que este tiene de universal: pone de relieve nuestra terrible soledad, lo artificial de la vida que llevamos y construimos, lo vulnerables que somos aunque nos lo neguemos a nosotros mismos y lo insensatos, insensibles y psicópatas que podemos llegar a ser si nos dejamos llevar por esta sociedad que nos deshumaniza y nos arrebata nuestra esencia solidaria y de colaboración. La representación es breve; dura algo más de una hora. Nos queda el resto del tiempo para interrogarnos sobre nuestra vida, cuando se produce el fundido en negro.

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

 

 

 

domingo, 2 de junio de 2024

LA COL.LECCIÓ

Vaig tenir la sort de llegir La colección durant el confinament de 2020. Un dia, per sorpresa, el text va aterrar a la bústia d’entrada del meu correu electrònic. Quan la vaig llegir, enmig de tanta incertesa, vaig ser conscient del bon nombre d’incògnites que planteja Mayorga en aquest treball, perquè La colección és una obra amb moltes capes, que el lector/espectador no desentranya ni esgota quan la llig per primera vegada ni quan la veu representada. És un text on la paraula cobra el protagonisme principal i ens condueix al pensament més profund sobre la nostra existència. Mayorga torna a encimar el llenguatge i el diàleg com la nostra principal eina de coneixement i llibertat i sap que el teatre és el seu lloc privilegiat. Un teatro es un espacio de herencia”. Per tot això, intueix que aquesta creació passarà a la col·lecció mayorguiana com una de les seues obres majors, com El golem que va dirigir Alfredo Sanzol al Teatro María Guerrero al 2022 o El cartógrafo a las Naves del Español al 2017. La colección s’ha estrenat al Teatro de la Abadía aquest mes de març, després de pujar a escena la temporada passada, María Luisa, en la mateixa Abadía, i Amistad, a las Naves del Español. Els crítics literaris potser consideraran aquestes últimes com ¿menors?, perquè són textos més lleugers, propers a la comèdia. La levitat d’aquestes obres vindria per la seua menor dimensió filosòfica, ja que ambdues també plantegen preguntes sobre la vellesa, les relacions d’amistat i el pas del temps.

 

Hèctor (José Sacristán) i Berna (Ana Marzoa) són un matrimoni d’ancians sense fills. Han dedicat la seua vida i la seua relació a completar una col·lecció d’art. Davant l’ocàs de les seues vides, cerquen un hereu perquè la seua col·lecció siga preservada i els sobrevisca. Per això, conviden a casa seua, construïda expressament per la col·lecció, a Susana Gelman (Zaira Montes), col·leccionista també, amb la finalitat d’examinar-la i comprovar la seua idoneïtat per heretar la col·lecció, cercant-hi “una afinidad”. Carlos (Ignacio Jiménez) és l’assistent del matrimoni, o també un examinador, o potser una peça de la col·lecció. L’espai escènic s’organitza amb la sobrietat simbòlica pròpia del teatre mayorguià, ocupat per caixes que representen els embalatges de les diferents peces de la col·lecció. Cada una d’elles desa una història i un misteri que Susana s’entesta a indagar i desxifrar fins que arriba a Guimaraes 5.8.1. La capella que fou el Teatro de la Abadía es metamorfosa, per art de la màgia de la llum i de Juan Gómez-Cornejo, en la casa que van manar construir el matrimoni d’ancians per la col·lecció. Hèctor, més idealista, va batejar l’estança enllumenada per una llum zenital com la caverna, introduint-nos de ple en l’àmbit platònic, mentre que una Berna més pragmàtica la diu el ring, perquè és el lloc on marit i muller es barallen per les decisions sobre la direcció que ha de prendre la col·lecció.

 

La colección enfonsa les arrels, com el pensament de Mayorga, en la filosofia de Walter Benjamin. En la seua maduresa, torna (si és que alguna vegada se’n va anar) als seus inicis i orígens: què fer amb la memòria d’allò construït durant tota una vida; en moltes ocasions, memòria dels fracassats, dels que estan a punt de caure a la lona en una baralla de boxa. D’aquesta manera, aquest dialoga amb altres textos de la col·lecció mayorguiana El jardín quemado (1998) o La tortuga de Darwin (2008). Aquí es centra en l’herència i el pas del temps. Els dos protagonistes, davant la por d’afrontar la caducitat del seu cos, han anat ajornant la idea de què fer amb el seu patrimoni. La mort segueix sent un tema tabú en la nostra societat que l’antiautor tracta de repensar des de la vida, entenent el temps de forma cíclica i reflexionant davant la possibilitat de deixar un llegat, per superar el nostre sentiment de finitud i viure una existència més solidària cap als que venen darrere. Com el propi Mayorga afirma, una herència la podem acceptar o rebutjar. Rebre-la suposa assumir una responsabilitat en la conservació i la transmissió d’aquesta heretat. Aquesta concepció del temps com quelcom cíclic la percebem en la tasca de continu hacedor de Mayorga amb els seus textos. La tradició es reescriu constantment. Qui estimem la literatura ho sabem.

 

La colección també reflexiona sobre la misteriosa relació entre les persones i els objectes. L’ésser humà busca definir-se a si mateix amb les coses que posseeix. Tenim tendència a col·leccionar perquè els objectes són autoretrats. Ens hi reconeixem, ens recorden qui som. S’escolten els ecos de Desembalo mi biblioteca. El arte de coleccionar de Walter Benjamin i El sistema de los objetos de Jean Baudrillard. Quan triem col·locar alguna cosa en una llista, modelem la nostra memòria. El que queda fora està en perill de desaparèixer, perquè el temps corre a favor de la destrucció. I sorgeixen aleshores les preguntes: què cal conservar? Què s’ha de transmetre? Què hem de rebutjar? L’herència és fonamental en la vida de l’artista i en la seua relació amb la tradició. En cada obra d’art, hi ha conservació i destrucció.

 

El tercer tema important a La colección és el matrimoni. Hèctor i Berna han sigut un matrimoni ben avingut que ha consagrat la seua vida a la col·lecció. Tanmateix, són capaços de reconèixer les llums i les ombres de la seua travessia per la vida junts. En aquelles ombres, també es reconeixen l’un a l’altre i són conscients que la col·lecció i ells mateixos han arribat a ser el que són per l’efecte de tot el viscut i compartit. Entenen que les seues disputes i dissensions han mantingut viva la relació. Per això, es reconeixen i es reconcilien amb si mateixos. Saben que completar una col·lecció és irrealitzable i assumeixen la seua incompletesa:

 

“Era necesario que alguien hiciese la colección. Imágenes separadas por océanos o siglos esperaban que alguien las reuniese. Su destino era la colección. Si algún día, dentro de un millón de años, un ser capaz de pensar y de sentir encuentra la colección, sabrá qué es la humanidad y qué podría haber sido. Antes de atravesar esa puerta, piensen que, cuando vuelvan a este lado, todo lo verán desde la colección. También a las demás personas y a sí mismos. La colección te descubre. No puedes verla y no preguntarte quién eres, porque contiene todo lo que eres y todo lo que no eres.”

 

Begoña Chorques Fuster

Professora que escriu