domingo, 2 de julio de 2017

BAJO EL ARCO IRIS

Tengo un amigo llamado Luis. Luis es mayor que yo. Me gusta tener amigos mayores que yo. Luis y yo tenemos diferencias ideológicas y puntos de vista divergentes en algunos temas. Sin embargo, a Luis y a mí nos gusta mucho conversar el uno con el otro. Hablar con alguien que difiere de tu pensamiento es enriquecedor, porque te ayuda a comprender la complejidad de la realidad que nos envuelve y a crecer en tolerancia. Un día me dijo que yo era una persona con capacidad de escucha. Me sentí muy complacida por su comentario. Es verdad que me gusta escuchar a los demás pero no es menos cierto que él también sabe hacerlo. No hace falta que os diga que yo quiero a Luis.

Luis y yo quedamos para desayunar de vez en cuando. No lo hacemos tanto como nos gustaría pero son encuentros en que los dos disfrutamos. Ya tenemos guardada alguna anécdota divertida sobre estas reuniones. La semana pasada quedamos una vez más para romper el ayuno. En un momento, la conversación versó sobre la manifestación que tendría lugar a propósito del World Pride 2017. Luis me manifestó sus dudas sobre la ostentación y el exhibicionismo que algunos miembros del colectivo LGTBI hacen en el mal llamado desfile. Luis es un tipo respetuoso que me quiere como soy y que aprecia a mi mujer. Cuando le oí decir aquello, no le respondí. Pensé que quizás debería conocer mejor un colectivo que es tan diverso como cualquier grupo humano.

Quizás debí decirle que el colectivo LGTBI está compuesto por gente de todo tipo: personas discretas a las que les gusta pasar desapercibidas o personas a las que les gusta ser el foco de atención; personas que votan a la izquierda o personas que votan al PP; personas no religiosas que desearían un Estado laico o personas religiosas católicos practicantes. El colectivo LGTBI está atravesado por todo este arco iris ideológico. Y todos forman parte de él. Tratar de simplificar una realidad, como pueden querer hacer determinados sectores ideológicos desde algunos medios de comunicación, es robarle riqueza y pluralismo a nuestro mundo.

Efectivamente, en la manifestación del Orgullo Gay hay una presencia importante de hombres semidesnudos con cuerpos apolíneos y de drag queens transgresoras y divertidas. Ellos también forman parte del colectivo LGTBI y tienen una función provocadora, no exenta de significado. Durante muchas décadas (demasiadas), las personas homosexuales debíamos permanecer silenciadas dentro de los armarios, éramos motivo de escarnio público y de chistes de mal gusto. Nos metían en la cárcel y nos aplicaban terapias de reorientación sexual. Que haya mariquitas que hagan ostentación de su condición es un gesto de liberación,  autoafirmación y visibilidad necesarios. Es un gesto que hacen en nombre de todos los que estuvieron callados porque no tuvieron otra opción. Es por esto que afirmamos que estamos orgullosos de nuestra condición y la expresamos libremente. En nuestra sociedad, las personas heterosexuales han vivido su sexualidad con naturalidad y normalidad, hecho que a una parte de la sociedad se nos ha negado hasta hace muy poco. Eso es lo que significa el Orgullo…


Todos sabemos que el Orgullo se ha convertido en una gran fiesta carnavalesca en la que, durante unos días, todos podemos gritar y celebrar quiénes somos realmente. Al contrario que en el Carnaval, donde son frecuentes también los hombres travestidos ante los que nadie se extraña, las caretas caen para mostrar los auténticos rostros, facetas fundamentales de la personalidad que hay que normalizar en la vida diaria. Esto es lo que se quiere manifestar en el Orgullo y lo que yo debí expresar a mi amigo Luis, al que me une, por encima de nuestras discrepancias, un vínculo de sincera lealtad.


Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
Artículo publicado en el periódico 'Ágora Alcorcón'
Fotografía de María José Mier Caminero


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