domingo, 28 de diciembre de 2025

DEL REY LEAR A MAMMA MIA

Otro artículo me manda escribir Garzó, que esto ya empieza a ser afición. Esta vez me brinda el título y todo. No sufráis que pronto dejo la rima en aguda que sé que provoca náuseas. Quería dos comienzos para este artículo. ¿Será eso posible? Pues comienzo de nuevo.

 

Yo tuve un invierno de música y gozo. Más cálido que los de hace treinta años, que con el cambio climático ya se sabe… Un otoño melodioso lo precedió, que poco a poco fue llenando de compases musicales los paseos por la calle Embajadores abajo metamorfoseándome en una Dancing Queen de más de cincuenta. La ida siempre es más pesada porque cuesta caminar cuesta arriba, aunque al final del camino espere el emblemático IES Cervantes, con su edificio ancestral lleno de historia real y significativa. Y es que siendo una ya decadente profesora que escribe el cobijo de unas paredes llenas de arte, de literatura y de baile me llenaron el pecho… ¿También de baile? Sí, regalos vitales inexplicables. El abrazo tierno de Antonio Machado me susurró al oído: “Ven acá, reina.” Cuando en invierno oscurece pronto, en el interior del claustro del Cervantes hay luciérnagas que nos iluminan y nos cuidan de forma insólita. Es lo que tiene haberse convertido en un galgo maltratado acabado de adoptar. Estos seres de luz tienen nombre y apellidos y hacen dibujos geométricos en el aire o escriben la historia pequeña en mayúsculas… ¿Acaso no los habéis visto nunca? Y todo eso, ¿qué relación tiene con el asunto que tenemos entre manos?, dirá el lector audaz. Pues, rey o reina o mante (que nunca se sabe), tiene que ver con las ganas de bailar.

 

De la mano de una joven Andrea Jiménez matamos de nuevo al padre… que hay que matarlo las veces que haga falta. Nunca un asesinato, aunque sea psicoanalítico, me dejó tantos deseos de danzar… Y así comencé a vivir el invierno más musical de mi vida. Simba me enseñó cómo de coreográfica y vistosa puede ser la defensa de la monarquía y del orden establecido. Todo, muy heteropatriarcal… como Dios manda… ¿Qué se le va a hacer? Nala, ¡también estamos contigo! Con acordes musicales y disfraces hechos con cuerpo y madera, proclamamos entre efluvios de palomitas de maíz que todos tenemos nuestro lugar en el ecosistema mundano. ¿Se puede hacer una adaptación curricular? Quizás el retorno de Simba a su país tenga que ver con afrontar el pasado y su crecimiento personal como predice Rafiki? A ver si Casting Lear está más cerca de El Rey León de lo que pueda parecer a primera vista. ¿O quizás es que se me va la olla? ¡Venga! El Hakuna matata ya me viene bien: Vive y sé feliz... (Ponle la música, imaginativo lector.)

 

Seguimos sintiendo la Alegría del vivir con el Cirque du Soleil que nos marcó en el calendario un día de Navidad a estas dos Grinch militantes… Salimos boquiabiertas y sedientas de más piruetas y acrobacias imposibles. ¿Por qué tardamos tanto?, nos preguntamos. Que ya no tenemos tiempo que perder y hay que repetir… Belleza, gozo, música y arte a borbotones sin parar… Ovo nos traerá una nueva primavera trepidante. A pesar de la euforia, no os equivoquéis que este artículo también va de infancias tristes y difíciles como la de los niños de Los chicos del coro que nos devuelven aquellas maravillosas voces pueriles y angelicales… En el Teatro de la Latina, aquel que fue de Lina Morgan, actriz que nos hizo reís con un humor simplón en unos años que pasábamos del blanco y negro al tecnicolor. ¿Se habrá vuelto loca esta señora de canas con los musicales?

 

Ya estaba a punto de cerrar el chiringuito cuando el impertinente de Garzó volvió a hacer aparición. Como buen enfermo del teatro me ordenó ver Mamma Mia. “Que es el musical total”, me anunció en una cafetería setabense como una nueva epifanía. “La apoteosis es constante y, después de veinte años, ¡te tienes que despedir!”. Como soy bien mandada, le hice caso… y en un febrero que ya se palpaba el frío, el rey Lear se convirtió en tres padres a la vez. ¡Casi nada! ¡Pronto se dice! Que si es difícil matar a uno, ahora va y resulta que esta muchacha tiene tres… como la Santísima Trinidad. Amén. Y las niñas de la primera fila cantando y riéndose de una historia que no es muy para niños… ¿o sí? La madre que no sabe cuál de los tres es el padre verdadero. ¡Viva la libertad sexual si su banda sonora es Abba! ¿O esto ya ralla en libertinaje…? ¡Da igual! En la mente siempre la irrepetible Meryl Streep, que una es edípica y venera a sus diosas particulares… Y volvemos por unos minutos a los seventeen y matamos a la vez a todos los padres (uno o tres, ¡todos los que se nos pongan por delante!) y ¡bailamos y cantamos en libertad!

 

You are the dancing queen
Young and sweet, only seventeen
Dancing queen

Feel the beat from the tambourine, oh, yeah

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

 


 

 


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