domingo, 19 de mayo de 2024

BREVE HISTORIA DEL FERROCARRIL ESPAÑOL

 “Que usted no sienta pasión por los trenes, que no le interesen en absoluto, que los aborrezca o incluso que le repugnen, no significa que no necesite saber su historia. Nos gusten o no nos gusten forman parte del paisaje en el que vivimos. Y su presencia en este paisaje, igual que la de las iglesias y los pantanos, igual que los inmensos campos de colza o las urbanizaciones semidesiertas, no tiene una naturaleza arbitraria. Por eso esta noche intentaremos hacer un ejercicio de memoria, con la esperanza de hacer al mismo tiempo un ejercicio de justicia.” Así empieza y termina Breve historia del ferrocarril español de Joan Yago, que se puede ver en la sala de la Princesa (no es un chiste) del Teatro María Guerrero de Madrid hasta el 2 de junio. Esta obra es resultado de una Residencia Dramática del CDN del autor y se ha convertido en una obra con tanta enjundia que, después de estar en cartel la temporada pasada, ha vuelto al CDN.

 

La pieza está dirigida por Beatriz Jaén, que pretende ejecutar “un elogio del escándalo”, e interpretada por dos únicas actrices, Paloma Córdoba y Esther Isla, que llevan a cabo una interpretación única y una disparatada clase de historia, hecha burla y parodia, a través del siglo XIX español hasta nuestros días. ¿Qué tienen que ver la construcción de una de las primeras líneas de ferrocarril entre Madrid y Aranjuez con la inauguración del AVE a la Meca? La primera nos habla del nacimiento del capitalismo en España y la segunda… ya tú sabes… Han pasado doscientos años y un verbo nunca admitido en el diccionario de la RAE nos da la respuesta: borbonear.

 

El Diccionario del español actual de Manuel Seco, que es más pragmático y menos real, lo define como “manejar hábilmente [un miembro de la dinastía Borbón a alguien o algo] para conseguir objetivos políticos.” Pero esto ocurría en España hace dos siglos, porque ahora somos una democracia plena con un estado de derecho que funciona. Y, mira tú por dónde, quién nos lo iba a decir, con estas dos deslenguadas sobre el escenario, que lo que pensábamos que eran escándalos actuales son viejas historias que se repiten de forma cíclica, ¿o es al revés? Da igual: los mismos borbones con distintos collares.

 

Que no, Begoña, que te equivocas… Son todo elucubraciones tuyas. Esta obra denuncia la corrupción política y económica que salpicara a la reina regente María Cristina de Borbón y a su segundo marido, Fernando Muñoz, con quien se casó dos meses después de la muerte de Fernando VII, a su hija Isabel II (que, en mi delirio, no sé por qué me recuerda a los froilanes y las victorias federicas…) y al Marqués de Salamanca, menuda peladilla alcoyana, que dirían por mis tierras. Pero eso pasó hace mucho, mucho tiempo (a long, long time ago…).

 

Con mucho humor e ingenio, el texto está lejos de caer en el partidismo ideológico o el tan temido adoctrinamiento. ¿Que por qué escribo esto? Porque el aluvión de datos históricos que se nos ofrece, de forma dinámica y travestida, nos va helando la sonrisa hasta dejarnos cara de españoles idiotas. Con perdón, que nadie se ofenda ni por lo de idiota ni por lo de español. Pero, “¿cómo demonio os creéis que sería una España sin Borbones?” Nos pregunta Isabel II, la fogosa campechana irredenta, cerca del final. “Pues exactamente igual, pero sin Borbones.” Anda, si es que hay que ser gilipollas... Y es que por algo inventamos la picaresca. ¡Qué barbaridad! ¡Cuánta irreverencia! Pero, ¿qué queréis que os diga? Les ha quedado una comedia muy borbónica.

 

Que usted no sienta pasión por los trenes, que no le interesen en absoluto, que los aborrezca o incluso que le repugnen, no significa que no necesite saber su historia.

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

 


 

4 comentarios:

  1. Sin los Borbones que nos llovieron a partir de Carlos III, claro que la historia de España hubiera sido otra, se ponga Isabel II como se ponga de las 169 posturas a elegir. Me ha encantado tu reseña, Begoña.

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    1. En realidad, nunca sabremos lo que podríamos haber sido. Sin embargo, sí podemos decidir lo que nos gustaría ser en el futuro.

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  2. Qué genial tu reseña! Coincido con el comentario anterior: quizá sería éste un país distinto si no hubiéramos padecido a los borbones...Claro que nunca lo sabremos con certeza 🤷‍♀️

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    1. Suponiendo que Isabel II tenga razón, una España sin borbones sería, al menos, más democrática... Y eso ya está bien...

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