domingo, 23 de febrero de 2020

JAURÍA

Jauría es una obra de teatro documento, nombre con el que se conoce un tipo de teatro que fundamenta su dramaturgia alrededor de un hecho real. Jauría es una obra escrita por Jordi Casanova, cuyo montaje está dirigido por Miguel del Arco. Jauría reconstruye los hechos de la violación en grupo perpetrada por cinco individuos contra una joven madrileña de dieciocho años la madrugada del siete de julio de 2016. Todos las oraciones pronunciadas por los cinco actores y la única actriz del montaje son transcripciones literales del juicio a La Manada. El final de la obra se fue modificando y ampliando según fue resolviéndose la sentencia en las diversas instancias judiciales.

El hecho de que todo lo que escuchamos en el patio de butacas haya sido pronunciado por alguno de los protagonistas de este mediático caso le otorga a la obra una dosis de realidad que remueve la conciencia más inalterable de quien asiste a esta representación. La imponente presencia física de los cinco actores, Pablo Béjar, Fran Cantos, Álex García, Ignacio Mateos y Javier Mora, nos acerca, solo en cierta medida, a la intimidación que debió sentir la víctima de esta violación. María Hervás, la actriz que interpreta a la víctima, como ella, se somete a una doble violación: la de esos cinco hombres jóvenes que viajaron a Pamplona por los San Fermines con la intención de someter al más joven a su ‘rito de iniciación’ y la de las instancias judiciales, abogados de la defensa y aparato jurídico.

No se trata de una obra equidistante, ya que el director del montaje se define como un hombre progresista y feminista, pero sí que pretende mostrarnos cómo ven y vivieron los hechos todos los protagonistas de esta terrible violación. En ese ponerse en la piel de alguien que lleva a cabo semejantes actos radica la bajada a los infiernos interpretativos que han debido de realizar estos actores. Porque lo más salvaje de los hechos que se presentan no son las diez agresiones sexuales con penetraciones bucales, vaginales y anales, ni el linchamiento mediático que sufrió la víctima desde diversos foros en Internet revelando incluso su identidad e imágenes suyas. Lo más tremebundo no fue que las defensas de los acusados espiaran e investigaran a la víctima tras la agresión, ni que se la sometiera a un proceso judicial encaminado a cuestionar y desmontar su relato. Lo más inaudito de este caso y de todos los que tenemos noticia es que los cinco autores y sus entornos sociales están convencidos de su inocencia, piensan que, no solo no cometieron ningún delito, sino que no hicieron nada malo. Eso es lo más aterrador de este caso porque perpetua la “cultura de la violación” en la que vivimos, según la cual, cinco jóvenes de una envergadura física considerable pueden introducir a una joven en un cubículo de escasos metros, intimidarla, humillarla, violarla repetidamente sin que pase nada, porque forma parte del ocio masculino y del aprendizaje de ser un buen hijo del patriarcado. Mientras no seamos conscientes de la humanidad que se nos va amparando y justificando este tipo de comportamientos, no podremos buscar el antídoto a esta sociedad enferma que normaliza la explotación sexual de las mujeres. Lo más triste es que sabemos cuál es el revulsivo: la educación.

Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe


3 comentarios:

  1. te he escrito un comentario desde el movil y el muy marrano me lo ha borrado.
    Luego te he puesto otro diciendote que me lo ha borrado y ha vuelto a borrarlo.
    Decía más o menos así:
    No se puede expresar más claro el sentimiento que se viene a la cabeza cuando se observa la actuación de estos increiblemente horripilantes personajes. Sobre todo, como muy bien dices, cuando estos retrasados mentales piensan que lo están haciendo bién.

    ResponderEliminar
  2. Las nuevas tecnologías se te rebelan, Víctor. Más allá de lo que estos sujetos sean individualmente, tenemos que ser capaces de diagnosticar las creencias, la mentalidad y las costumbres sociales que toleran y normalizan este tipo de comportamientos. No son monstruos. Son hombres que tratan a las mujeres como sienten que tienen el derecho a hacerlo. Eso es lo monstruoso.
    Gracias siempre por tus comentarios.

    ResponderEliminar
  3. Me parece que la obra intenta llegar a este punto y, por eso, me resultó tan interesante, aunque sea tan dolorosa.

    ResponderEliminar