Una cambra pròpia

domingo, 15 de octubre de 2023

LA MADRE DE FRANKENSTEIN

“Lo mejor en España es no abrir la boca. El silencio es el único valor seguro”. En 1954, Germán Velázquez, un joven psiquiatra que ha vivido quince años en Suiza, vuelve a España para trabajar en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos, al sur de Madrid. Se exilió en 1939, después de que su padre, psiquiatra republicano, se suicidara antes de sufrir la pena capital a la que había sido condenado. Allí se reencuentra con Aurora Rodríguez Carballeira, un personaje real de la época, recluida y conocida por haber matado a su hija Hildegart de cuatro disparos mientras dormía. Germán se dedica a la psiquiatría por influencia paterna y porque, con trece años, conoció a la parricida paranoica y quedó fascinado por su inteligencia. También conoce a María Castejón, una auxiliar de enfermería, hija del jardinero del manicomio, a la que Aurora enseñó a leer y a escribir cuando era una niña y que guarda muchos secretos.

 

La madre de Frankenstein es, sin duda, uno de los montajes teatrales de esta temporada, coproducida por el Centro Dramático Nacional y el Teatre Nacional de Catalunya. Lo es por diversos motivos. Primero, porque es la adaptación de la quinta novela de Almudena Grandes de la serie Episodios de una guerra interminable sobre la guerra civil y el franquismo, tarea que dejó inacabada como su maestro Benito Pérez Galdós en los Episodios Nacionales.

 

En segundo lugar, porque se trata de una obra coral de mujeres. La propia Grandes acordó con Carme Portaceli, directora del montaje y especialista en adaptaciones teatrales de grandes novelas –La casa de los espíritus (2021) o Mrs. Dalloway (2019), entre otras–, la puesta en escena de uno de sus “episodios” y esta fue la elegida. La dramaturga Anna Maria Ricart –Hay alguien en el bosque (2023) o Moríos (2024)– ha sido la encargada de escribir la adaptación, tremendamente fiel al texto original porque considera que los lectores de Grandes conocen su obra en profundidad. El resultado es un texto largo cuya representación llega casi a las cuatro horas, pero es que Portacelli le pasó la novela con casi todo subrayado. Además, Blanca Portillo encarna a Aurora Rodríguez Carballeira en una interpretación donde nos vuelve a confirmar que es una de las damas del teatro actuales.

 

En tercer lugar, porque a pesar de la sobresaliente interpretación de Portillo, se trata de una representación coral donde hay tres protagonistas: Pablo Derqui es el doctor Velázquez y Macarena Sanz encarna a María Castejón, una joven apocada producto de la educación represora franquista y del discurso oficial. “Ahora hay paz. Los españoles no servimos para tener partidos y parlamentos como los otros países. Franco lo sabía”. El resto de actores representan con versatilidad a distintos personajes, entre los que nos encontramos con un irreconocible José Troncoso en la piel del Padre Armenteros.

 

En cuarto lugar, porque se nos cuenta, a través de los ojos de alguien que ha crecido y ha sido educado fuera de la España franquista de los años 50, la realidad sórdida y gris de la que venimos: nada es “normal” y todo se mira con ojos de sospecha y con una intención retorcida, se pueden cometer las mayores atrocidades contra las mujeres con impunidad (robo de bebés recién nacidos o violaciones silenciadas), terapias rehabilitadoras para homosexuales, encumbramiento de la crueldad, la manipulación y la mediocridad en las figuras de los doctores López Ibor y Vallejo-Nájera y su “gen rojo”. Además, el texto es lo suficientemente rico para acercarnos también a la intrahistoria de unos personajes, a sus miedos y, sobre todo, a sus silencios, que viven en un lugar olvidado, un manicomio. “Honestamente le digo, si las cuerdas importamos poco, imagínese las locas, ellas son las últimas de todas las filas”.  

 

En quinto lugar, porque Aurora Rodríguez Carballeira se convierte en símbolo de esa España esquizofrénica y enferma, asesina de su hija superdotada, porque “ella la creó, y ella la destruyó”, eugenésica, que se cree superior a los demás, brillante e inteligente, capaz de lo mejor y de lo peor. “Mi corazón, mis pechos, mis nalgas son de mujer, pero el cerebro, el cuello, los brazos, las piernas y la clavícula son completamente viriles. Si no se lo creen, que me hagan la autopsia cuando muera, y ya lo verán”.

 

Begoña Chorques Fuster

Profesora que escribe

 


 


2 comentarios:

  1. A priori hay dos magníficos motivos para ver esta representación: Almudena Grandes y Blanca Portillo. Y ahora un tercero: tu artículo. Muchas gracias, Begoña 🤗

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    1. Te doy dos más: la directora del montaje, Carme Portacelli, y la dramaturga que ha adaptado la novela, Anna Maria Ricart. ;-)

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