Hoy es un día especial para vosotros. Es el día de vuestra no
graduación. Esta pandemia, que nos ha llegado de manera tan abrupta, se ha
llevado por delante casi todas nuestras vidas: nuestra rutina escolar, vuestra
graduación, nuestros esperados viajes, muchas de nuestras aficiones y
costumbres y otros tantos proyectos y planes que quedan aplazados o en el aire.
Se ha llevado lo que considerábamos importante y que resultó ser bastante
superfluo para nuestra supervivencia y nos ha dejado semidesnudos, solos con
nosotros mismos y con nuestros afectos. ¿Qué tal va la experiencia de estar
tantas horas a solas con un adolescente?
Este curso quedará en mi memoria y vosotros en ella por dos
motivos: la visita de Juan Mayorga al instituto y la pandemia que dejó en jaque
a nuestro mundo consumista y superficial. Ambos sucesos ocurrieron en el mismo
mes y, por suerte, nos dio tiempo a vivir el primero y estamos sobreviviendo al
segundo. El 3 de marzo os proponía una práctica teatral de creatividad para
presentar a mi querido Juan. Os pedí que pensarais que el salón de actos del
instituto lo era de la Real Academia Española. Así fuimos transformando el
lugar con nuestra mente y nuestra capacidad de fabular: el retrato de
Cervantes, el nuevo académico vestido de gala y nervioso, la solemnidad del
acto de ingreso, los discursos del dramaturgo y de la poeta Clara Janés. Hoy os
propongo un nuevo ejercicio de imaginación. No hay académicos aletargados
sentados escuchándoos (o sí, si es vuestro deseo). Hoy los protagonistas sois
vosotros y estáis en el escenario, ocupando un lado. Como el padre de familia
numerosa, también estáis nerviosos porque, como para él, hoy es un día
importante en vuestra vida: hoy os graduáis y habéis conseguido hacerlo en medio
del acontecimiento más inesperado y más dramático que ha ocurrido en este país
en las últimas décadas. ¿Lo veis ya? Estáis sentados en un lateral del
escenario, con vuestras mejores galas, en la línea de elegancia de los alumnos
de los últimos años. Preside el escenario una mesa detrás de la cual están
sentados el director, la jefa de estudios y vuestros tutores. Hay una pantalla
donde se proyectará vuestra foto cuando Sira pronuncie vuestro nombre para que
os acerquéis a por la banda. Aplaudiréis a vuestros amigos con más emoción y
disfrutaréis del momento. Antes habéis escuchado el discurso del director, pero
hoy no os importará que se enrolle y hasta escucharéis lo que dice. Os resonarán
sus palabras porque son las últimas que alguien del instituto os dedica siendo
alumnos. El público va a ser vuestros
padres, hermanos y algún abuelo. Es un día donde los incondicionales no pueden
faltar. Desde el escenario iluminado no podréis verles, porque permanecerán en
la sombra del patio de butacas. Pero sabéis que ellos están allí mirándoos,
compartiendo este momento con vosotros.
También pronunciaréis vuestros discursos, con alguna broma para
los profesores incluida, y todo discurrirá como la graduación típica, tópica y
única que debía de ser. Vuestro querido profesor de Historia o Geografía subirá
al escenario para dedicaros unas palabras. Ese día habrá vestido sus casi dos
metros y medio de altura de traje y lo encontraréis extraño. Todos iremos
vestidos para la ocasión y para la representación. Se pondrá nervioso. No sé si
lo sabéis ya pero le inquieta mucho hablar en público. Ya lo estáis viendo que
le cuesta empezar, pero no pasa nada porque enseguida empezarán a fluir las
palabras. ¿Qué os dirá?
Habéis recorrido un largo camino desde que empezó el curso hasta
el día de hoy. Lo empezasteis mucho antes cuando llegasteis al instituto muchos
de vosotros para empezar la ESO. Pero lo que no podíamos imaginar en
septiembre, cuando iniciamos el tramo final de vuestra andadura por el centro,
era que el trayecto final lo íbamos a hacer separados físicamente, que solo
podríamos haceros llegar nuestras explicaciones, correcciones y apoyo a través
de la red. Esperamos, de todo corazón, que no os hayáis sentido solos y que
nuestras palabras hayan sido un aliciente para seguir esforzándoos, estudiando
y trabajando. La vida es una carrera de fondo y os ha tocado que esta etapa
crucial de vuestra historia se vea aún más marcada por la historia colectiva. Estáis
siendo testigos, como Harriet, La tortuga
de Darwin, de uno de los acontecimientos más dolorosos del siglo XXI
mientras acabáis el bachillerato. ¿Estamos volviéndonos más humanos o
involucionando hacia la bestia? ¿Os habéis puesto en pie como ella en Guernica?
¿Habéis tomado vuestra propia palabra como hizo ella en el gueto de Varsovia?
Hoy he leído que una persona conocida que atravesaba por el trance
más doloroso de su vida afirmaba: “No se puede hacer un drama del drama.” ¿Qué
significan estas palabras? La escritora Mercè Rodoreda aseguraba de la
protagonista de su novela La plaça del
Diamant que Colometa hace lo que tiene que hacer desde su situación en la
vida y, hacer lo que se tiene que hacer y nada más demuestra un talento natural
digno de todos los respetos. Y esto tan aparentemente sencillo de hacer, hemos
comprobado en estos dos últimos meses que no lo es tanto. Sin embargo, la
mayoría de vosotros habéis demostrado ese talento natural y habéis seguido
remando cuando parecía que la barca se hundía y todo esfuerzo parecía inútil.
Por eso, os merecéis todo nuestro respeto.
Gracias por seguir remando, mientras hemos intentado sujetar las
amarras de la incertidumbre, del miedo y del aislamiento. Por favor, esta tarde
sentid la distancia física como una arma de protección; la soledad, como una
fortaleza; y las palabras, estas palabras, como el abrazo que nos daremos con la mirada cuando nos podamos encontrar de nuevo.
Begoña
Chorques Fuster
Profesora que escribe
Profesora que escribe
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