Mirarte al espejo es un gesto que dejaste de hacer sin querer con los años. Olvidaste la sorpresa infantil que te produjo el primer reflejo, casi como un pequeño Narciso. También, la extrañeza adolescente que escrutaba los cambios del crecimiento. Sin embargo, no es una costumbre que desaparezca de forma brusca; ocurre poco a poco, sin más. Primero, las tareas cotidianas se imponen por encima de la contemplación y, en un momento indeterminado, la mirada se posa en el interior, en la vivencia de situaciones que dejan en evidencia tu finitud. Ya no hace falta mirar al espejo del baño. Aunque este quiere presentarse como un aliado, ser amable con tu fragilidad, los surcos del tiempo no engañan. Por tus ojos craquelados se cuela la caducidad de una imagen que no reconoces. Por eso, posas la vista un poco más allá: los pocos humanos con quien mantienes contacto, pues el círculo social se hace más pequeño y esencial, y tu compañera felina, que te apoya en la distancia. Quizás has aprendido con la vejez, como un gato, eso de apoyar en la lejanía. Pero, a veces, según su voluntad y capricho, deja que la acaricies y que tu mano arrugada de hombre gastado juegue con su suave pelaje. ¿Sabrán realmente nuestros animales domésticos el misterio de la vida que parecen desvelarnos en sus miradas?
La mirada es fundamental en este oficio: mirar al exterior, a la naturaleza, buscando acaso la esencia de las cosas, imaginando tocar el alma que anhelas tener; también las obras de los hombres, a veces tan absurdas, a veces capaces de despertar la admiración y la envidia, buscando siempre la inmortalidad imposible. ¿En qué te fijas para decidir que una obra está bien resuelta? ¿En la pincelada, en el color, en la técnica? La vanidad se desvanece en el trazado de un autorretrato de hombre cansado y viejo. Apenas todo queda en nada cuando te quedas completamente solo. Y, ¿cómo te miras a ti mismo? ¿Cómo puedes enfrentarte al espejo amigo de tu habitación privada y mirar a los ojos al viejo que ha secuestrado al niño, al adolescente, al hombre joven que van contigo desde hace tanto? ¿Te reconoces? ¿Realmente eres tú? ¿Quién eres?
Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
Relato publicado en Esteve Adam. Inspirando relatos
(Boca Abajo Ediciones, 2024)
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