Solo yo
escapé es una obra de teatro de la
dramaturga británica Caryl Churchill (Londres, 1938), está dirigida por la
directora, actriz y dramaturga Magda Puyo e interpretada por Muntsa Alcañiz,
Lurdes Barba, Imma Colomer y Vicky Peña. En este montaje se han unido talento
femenino y edad, realidades que hay que seguir reivindicando y visibilizando.
Churchill es la autora más influyente del teatro inglés contemporáneo y nos
ofrece, una vez más, su mirada feminista y crítica sobre la sociedad neoliberal
y las consecuencias catastróficas a las que nos está abocando el capitalismo
salvaje. Solo yo escapé (Escaped Alone) fue estrenada en el Royal
Court en 2016. Este dato nos ilumina sobre la visión premonitoria de la autora
sobre la situación actual. No se trata, pues, de una obra complaciente sino de
un teatro comprometido.
Los diálogos desenfadados, ágiles y vivos de estas cuatro mujeres se alternan con monólogos en los que se van mostrando las partes menos amables de sus largas vidas, así como una exposición sobre un mundo futuro distópico donde el cambio climático y la deshumanización han provocado una terrible huella. Así pasamos de una estampa de distensión ociosa al caos de una pesadilla surrealista.
Churchill utiliza un lenguaje claro y directo que no deja indiferente al espectador. No obstante, es capaz de encontrar las diferentes capas de significado en el discurso de sus personajes. La ligereza de la obra es solo aparente en el planteamiento: cuatro mujeres que bordean los setenta años y se encuentran en el jardín de una de ellas para charlar distendidamente. No obstante, no pretende un discurso cerrado y fácil sino lanzar preguntas que vuelven al espectador una y otra vez. Porque no hay verdad o acaso una construida entre muchas.
Por eso, Sally, Vi, Lena y Jarrett conversan durante algo más de una hora entre bromas y verdades, sentadas en cuatro sillas que van moviendo por el escenario según van tomando el protagonismo en el discurso. También encontramos confesiones de un realismo atroz que van liberándolas una a una de su carga vital, porque todas acaban por confesar sus anhelos y miedos más ocultos. Vi recuerda el asesinato de su marido maltratador que le costó seis años de prisión y la relación con su hijo. Sally odia a los gatos de una forma obsesiva y cree verlos en cada rincón de su casa. Lena se debate entre la depresión y la agorafobia. La última en unirse a la tertulia, Jarret, encierra una rabia hacia el mundo que disfraza con una aparente alegría. Porque el regocijo de estas cuatro mujeres, ¿es auténtico o impostado? ¿Son resilientes o resignadas? ¿Ríen realmente o se dejan llevar por la algazara ante un mundo (el de todos) y una vida (la suya propia) que se extinguen irremediablemente? “Té y catástrofe”, sentencia la autora. ¿No han sentido acaso en los últimos tiempos que están asistiendo al fin del mundo tal y como lo conocemos desde nuestros confortables hogares? ¿Es realidad o teatro? Nel blu dipinto di blu.
Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
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