La mayoría sabrán de qué hablo: CombivacS es un ensayo clínico que se está llevando a cabo en cinco hospitales públicos (Hospital Universitario Cruces de Bilbao; La Paz y Hospital Clínico San Carlos de Madrid; y el Hospital Vall d’Hebron y el Clínic de Barcelona), coordinado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). Para participar en el ensayo era necesario haber recibido la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca antes del 5 de marzo y ser menor de sesenta años, es decir, que solo podíamos participar los trabajadores esenciales vacunados tempranamente. De los 673 participantes, recibimos la segunda dosis de Pfizer 441 personas y 232 quedaron en el grupo de control. Veintiocho días después de iniciado el ensayo, si los resultados eran los esperados, las personas del grupo de control recibirían la segunda dosis de Pfizer si lo deseaban.
Vi el anuncio del ensayo en los medios de comunicación un lunes. Facilitaban número de teléfono y correo electrónico de cada hospital. Me puse en contacto con el Hospital La Paz al día siguiente y, el miércoles, acudí a la primera cita. El mismo martes me facilitaron por mail el consentimiento informado de ocho páginas en que explicaban los detalles del ensayo: las visitas que debía realizar, las pruebas y analíticas a las que me someterían, la razón y finalidad del ensayo. Tengo libertad para abandonar el ensayo cuando lo considere oportuno (aunque soy consciente del compromiso que he contraído) y, en el caso de formar parte del grupo control, podíamos elegir completar la pauta con AstraZeneca en el caso de que fuéramos citados para ello. El 28 de abril, justo ocho semanas después de recibir la primera dosis, acudí a La Paz y después de una consulta con una doctora donde contesté a preguntas sobre mi estado de salud general, firmé el consentimiento informado. Hago hincapié en esto último por la polémica suscitada por el hecho de que aquellos trabajadores esenciales que quieran completar la pauta con AstraZeneca deberán firmar también un documento de este tipo. ¿Por qué se le da tanta importancia ahora cuando cada vez que nos sometemos a una prueba diagnóstica o intervención quirúrgica lo firmamos sin plantearnos nada más? En ellos, normalmente nos informan de los posibles efectos secundarios, casi siempre muy raros y esporádicos.
Un ordenador decidió de forma aleatoria que formaría parte de los primeros vacunados. Me sometí a una PCR (lo peor del proceso), una extracción de sangre para una analítica y una prueba de embarazo a través de la orina por ser mujer. Por último, me inyectaron la vacuna y, después de permanecer quince minutos en una sala anexa, me dijeron que me podía marchar con mi certificado de vacunación debajo del brazo. Los siete primeros días tuve que rellenar un cuestionario sobre los síntomas que experimentaba, a través de una página web. Ahora lo hago dos veces a la semana para hacer el seguimiento hasta la cuarta semana. Las dos semanas siguientes volví al hospital donde me extrajeron sangre después de preguntarme, de nuevo, cómo me encontraba. Aplacé la vacunación de la alergia una semana, pero en la segunda visita me comunicaron que también me la podía inocular. Tuve dolor de cabeza las dos tardes siguientes a la vacunación y el jueves por la tarde y noche me sentí más cansada de lo habitual. Tomé un paracetamol cada día e hice mi vida normal: fui a trabajar y di un paseo largo por la tarde. No quise hacer ejercicio físico más intenso por si acaso. Tampoco tuve fiebre. Cuando recibí la primera dosis de AstraZeneca solo experimenté dolor en el brazo del pinchazo.
¿Por qué estoy participando en CombivacS? La respuesta es sencilla y compleja a la vez. Ante el alud de información a la que estamos sometidos, sentía confusión e incertidumbre por la suspensión de la segunda pauta de los trabajadores esenciales menores de sesenta años. Es lamentable que los políticos utilicen la pandemia y la estrategia de vacunación para el enfrentamiento. Además, me parece que los medios de comunicación, en demasiadas ocasiones, no están ayudando a la claridad. Entonces leí una entrevista hecha al investigador Mariano Esteban que, al igual que Luis Enjuanes, está desarrollando una de las vacunas españolas. En ella afirmaba que la vacunación heteróloga o mixta es una práctica común para combatir enfermedades como la malaria. Señalaba que se habían aportado muchas datos a nivel preclínico e incluso clínico que demostraban que la combinación de vacunas es mejor que la vacuna homóloga administrada en más de una dosis, porque se amplia la magnitud de la respuesta inmune. Así pues, se mostraba partidario de esta práctica. Pensé que el ensayo ayudaría a demostrar si era así también con el virus Covid-19, porque solo la ciencia puede dar respuestas al desafío al que nos enfrentamos. Sopesé los riesgos que corría y llegué a la conclusión de que eran los mismos que si recibía la segunda dosis de AstraZeneca, ya que se trata de un medicamento aprobado que han recibido ya millones de personas. Recordé a las decenas de miles de personas que probaron las vacunas de manera altruista, cuando aún no estaban aprobadas. Me han llamado suicida y valiente. Es posible que sea ambas cosas pero, egoístamente, también pensé que un equipo médico controlaría mis anticuerpos a lo largo de un año. Porque el ensayo apenas ha publicado los primeros resultados preliminares. Aún tienen que evaluar nuestra respuesta inmunológica un mes, tres meses, seis meses y un año después. De momento, los datos indican que los anticuerpos neutralizantes se multiplican por siete frente a los vacunados con dos dosis de AstraZeneca que los multiplican por tres, es decir, que la respuesta inmunológica es más potente.
Es cierto que el ensayo está siendo polémico y criticado, incluso por algunos médicos y virólogos. Ha habido quien ha señalado que el grupo control debería haber recibido la segunda dosis de AstraZeneca. Sin embargo, se tienen los datos de todos los que participaron en la Fase III del suero que determinó su eficacia y su posterior aprobación para comparar. En cuanto a la seguridad, es verdad que es un ensayo clínico poco numeroso y que los datos de seguridad no son concluyentes, aunque todos hemos tenido síntomas leves y ninguno hemos requerido hospitalización. Alemania, Francia, Suecia, Noruega y Dinamarca están ya recomendando pautas de vacunación combinadas. Algunos de estos países ya las están llevando a cabo y no todos ellos han realizado ensayos clínicos antes. Todos somos conscientes de que, más allá de los datos clínicos y médicos, hay intereses geopolíticos y económicos que están influyendo en las estrategias de vacunación de los países de la UE.
Aparte de constatar una vez más mi confianza en la Ciencia y en la Medicina participando en el ensayo, quise transmitir esa tranquilidad a las personas que me rodean y que se encontraban en la misma situación que yo. Solo el conocimiento puede ofrecernos confianza y tranquilidad y formando parte del ensayo, podía saber lo que pasaba. ¿Saben? Nunca antes me habían preguntado tantas veces cómo me encuentro. También mi propia progenitora, en una conversación dominical antes de que ni siquiera se hubiera planteado el ensayo, me comentaba que esta pandemia nos ha convertido a todos en cobayas, porque nos encontramos en una situación inédita a la que hay que dar respuestas urgentes. No obstante, yo pienso, más allá de los conflictos y las polémicas, en la maravilla de las vacunas (porque son muchas las que tenemos) que han llegado a salvar tantas vidas humanas en apenas una vuelta alrededor del Sol. Por último, creo que la propuesta del Ministerio de Sanidad, después de haber consultado al Comité de Bioética, es una respuesta salomónica, aunque también esté siendo cuestionada. La conclusión es que los trabajadores esenciales pueden elegir entre dos buenas opciones, seguras y eficaces. Mi recomendación es que elijan el suero que les ofrezca más confianza y tranquilidad más allá de los datos médicos y clínicos. Lo importante es completar la pauta.
Esta era la respuesta compleja. La sencilla: por mí, por todos mis compañeros y por mí, el primero. ¿Se acuerdan cuando lo gritábamos en nuestros juegos infantiles?
Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
Foto extraída de Internet
Una actitud valiente y solidaria de la que, sin duda, saldrá algo bueno: un mayor conocimiento de cómo funcionan y nos afectan las vacunas si las combinamos. Mi única pega es que van a implementar esta vacunación combinada aun sin haber completado el análisis clínico, es decir, antes de que se cumpla el año.
ResponderEliminarLo deseable sería poder completar el ensayo, pero este dura un año; también que hubieran podido participar más personas. La magnitud del desafío que presenta esta pandemia no nos da este tiempo.
EliminarTu relato me ha parecido una novela corta policial. Como siempre magníficamente expuesto. También me parece muy valiente por tu parte, como opina Covadonga. Solo falta que acabe el proceso y nos enteremos todos de cómo ha ido el resultado. Por mi parte te felicito.
ResponderEliminarMe haces reír con lo de novela corta policial... Mira, sí, uno de los participantes con los que coincidí el primer día era polidía... A ver si todo sigue mejorando y podemos ir recobrando la normalidad poco a poco.
EliminarProfessora que escrius, dis-me el teu correu. Agustí Garzó
ResponderEliminarEi, quant de temps!!!
Eliminarbegochorques@hotmail.com