Una cambra pròpia

domingo, 12 de abril de 2020

NI HÉROES, NI SOLDADOS.

Parece mentira pero ya hace semanas que cada día a las ocho salimos a nuestros balcones y ventanas, para reconocer con nuestros aplausos la labor titánica que nuestros sanitarios están llevando a cabo para vencer esta pandemia. Desde diversas instancias, se los alaba y pondera con el calificativo de héroes porque están trabajando con una limitación extrema de recursos materiales y humanos. Ciertamente, su actitud es, cuanto menos, heroica, pero debiéramos advertir del peligro que encierra este adjetivo. De lo contrario, cuando toda esta pesadilla pase, el magnífico e ingente trabajo que estos profesionales han realizado a lo largo de estos meses quedará como una hazaña propia de un cantar de gesta.

El personal sanitario está compuesto, ante todo, por profesionales de su oficio que además es uno de los más importantes que hay: el cuidado de la salud, de nuestra salud. El trabajo que desempeñan estas personas debería ser reconocido y respetado todo el año; y la mejor manera de respetar la tarea que alguien hace es dotarla de los medios imprescindibles, especialmente, si esas personas se están jugando su salud para salvar vidas. Pero hay que proveerlos del material necesario siempre, no solo ahora o el tiempo que dure esta emergencia sanitaria. Hay que abastecer nuestros hospitales y centros de salud de los materiales e instrumentos requeridos para que estas personas puedan hacer su trabajo con solvencia y rigor. Y aún no habremos hecho suficiente: si queremos que un trabajador sienta que su cometido es valorado, lo mejor que podemos hacer es ofrecerle unas condiciones laborales justas y bien remuneradas. Que todo esto no se cumple hace mucho que vienen denunciándolo los sanitarios. ¿Cuántos de los médicos, enfermeros, técnicos y auxiliares que están en primera línea se encuentran en una situación laboral de interinidad? Los datos probablemente asusten tanto como los de esta pandemia.

Debemos tener memoria y recordar la importante labor de movilización social que, durante años, la marea blanca desarrolló para denunciar la privatización de nuestra sanidad pública y su desmantelamiento. Ellos fueron más tenaces y persistentes que los docentes con la marea verde, pero tengo que decir con cierta amargura que sus conquistas sociales para que se frenara la privatización del sistema público de salud vinieron de parte de las resoluciones judiciales. Ni los ciudadanos con nuestro voto, ni las protestas sociales en la calle consiguieron revertir un proceso de conciertos y externalizaciones que ha mostrado, de una manera vergonzante y dramática, sus carencias y limitaciones. Cuando todo esto pase, la ciudadanía debería exigir a sus gobernantes la inversión suficiente para restablecer una sanidad pública digna y dotada de medios, con profesionales suficientes y bien remunerados. ¿Lo haremos?

También se les ha querido calificar como soldados, pues no lo son de ningún ejército, ni ellos ni nosotros. Con las referencias a la guerra y la utilización de comparaciones bélicas, deberíamos advertir que quizás estamos abriendo paso a un refuerzo de posiciones autoritarias, tal y como manifiesta el filósofo Josep Ramoneda. Todos, los sanitarios y el resto, somos ciudadanos haciendo lo que humanamente podemos (ellos mucho más que nosotros) para conseguir que esa curva se aplane y que se salven el mayor número de vidas posible. Si somos capaces de ser conscientes de la importancia de nuestro papel en esta lucha colectiva, imitando el espíritu de los japoneses, sabremos que, cuando todo esto acabe, será posible también arbitrar una salida social y solidaria que defienda lo que es de todos y que no deje a nadie atrás.

Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
Imagen extraída de la red


2 comentarios:

  1. He intentado contestar desde el movil, pero al enviar la contestación la ha borrado y se ha quedado tan tranquilo.
    Decía más o menos esto:
    Esroy totalmente de acuerdo con todo lo que dices.

    Sería estupendo que cuando acabe la crisis se reconsiderase la situación de la sanidad y se revirtiera la privatización que se ha practicado de manera soterrada durante los últimos años. No hay derecho a tratar de esta manera a los trabajadores sanitarios de todos los niveles.

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    1. Esta crisis debería llevarnos a una reflexión profunda sobre el devenir del mundo en las últimas décadas: condiciones laborales de todos los trabajadores, especialmente de aquellos que se dedican al cuidado de los demás; cuidado del medio ambiente; explotación irracional de los recursos naturales; movimiento de personas y mercancías en el mundo... Tantas y tantas cosas, Víctor. Gracias por tus reflexiones.

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