Las salas de profesores son lugares
donde, sobre todo, se habla de clases y alumnos. A veces, también se comenta la
realidad social y política. El curso pasado, en una hora de guardia,
repasábamos el guirigay gubernativo. Una compañera de trabajo, madrileña, nada
sospechosa de sufrir la enfermedad independentista, afirmaba que llevar un lazo
amarillo no significa serlo. Según ella, el lazo amarillo expresa el desacuerdo
por el hecho de que activistas y políticos catalanes se encuentren en prisión
preventiva. Mientras la escuchaba, me preguntaba cómo es posible que haya
políticos catalanes a los que les cuesta entender tanto esto. Judicializar un
problema político solo provoca más enmarañamiento y la imposibilidad de salir
del atolladero. Meses después, así seguimos.
A todo esto hay que añadir un cuestión
fundamental que no sé si se tiene en cuenta suficientemente: hay personas
privadas de libertad, con todo lo que esto supone desde el punto de vista
humano. Tengamos presente que pronto se cumplirá un año de la prisión
incondicional decretada para Jordi Sánchez y Jordi Cuixart. El resto de
políticos llevan ya varios meses en prisión también. Y el tiempo pasa y esta
gente sigue privada de su vida y del calor cotidiano de los suyos. A mí me parece
dramático, especialmente cada vez que un juzgado europeo toma posición sobre la
actuación de la justicia española.
Pero llegó el verano y con él las
vacaciones y la guerra de los lazos amarillos que aparecía a diario en algunos
medios de comunicación estatales. La líder de la oposición, Inés Arrimadas, insiste
en que no se trata de un problema entre España y Cataluña, sino de un problema
entre catalanes. ¿Realmente es así? ¿O pretende que así sea a base de
repetirlo? La estrategia de su partido, Ciudadanos, ha sido francamente
perversa buscando el enfrentamiento social al organizar retiradas de lazos
amarillos de espacios públicos. Tanto es así que el propio PP se desmarcó de
esta manera de actuar.
Cs y PP afirman que se ocupan espacios
públicos que son de todos. Es cierto; de igual manera ocurre cuando hay una
manifestación de cualquier signo o reivindicación. La ciudadanía tiene derecho
a reclamar en la calle las causas que considere justas. También se quejan de
que estos símbolos cuelguen de edificios públicos que deberían mantener su
neutralidad. ¿Acaso es neutral colgar el retrato del jefe del estado en el
despacho del director de un colegio? Responde a la legalidad vigente, pero de
neutral no tiene nada. Algo parecido ocurre con los lazos amarillos en los
edificios públicos. Con los lazos amarillos, con las banderas arcoíris, con los
mensajes de bienvenida para los refugiados, con las banderas españolas, con los
lazos negros o con los lazos violetas… Todos expresan la adhesión a una causa
que respalda una parte o la mayoría de la sociedad y cuelgan de inmuebles
oficiales.
Vuelve septiembre y la promesa de un
otoño caliente. Los ciudadanos quisiéramos ver políticos dialogando, llegando
al fondo del problema político que hay entre España y Cataluña; políticos que
dejaran de hiperactuar y escenificar sus posturas con fines electoralistas;
políticos que fueran capaces de hacer propuestas y aportar soluciones. Sin
embargo, las posiciones se enconan y el enfrentamiento verbal en los medios de
comunicación se mantiene con cruce de declaraciones duras en uno y otro
sentido.
Se afirma que el independentismo no es
monolítico, que hay divisiones entre ellos. Es verdad pero, ¿acaso el
constitucionalismo lo es? Hay un refrán catalán que dice tants caps, tants barrets (tantas cabezas, tantos sombreros). Todos
creen saber cuál es la voluntad de la ciudadanía catalana y lo afirman. En
realidad, me parece que nadie lo sabe. Solo tenemos una visión parcial de lo que
ocurre, minada con nuestras ideas y prejuicios. Entonces, ¿cuál sería la manera
de saber qué es lo que quiere realmente la mayoría de las personas que viven en
Cataluña? Eso sería sencillo: dejándoles votar.
Begoña Chorques Fuster
Profesora que escribe
Artículo publicado en el periódico 'Ágora Alcorcón'
Imagen extraída de la red
No hay comentarios:
Publicar un comentario