Señora Cifuentes, obviamente
usted no me conoce. Soy una profesora de instituto de un centro público del sur
de Madrid adscrito a la Universidad Rey Juan Carlos. He estado ligada a la
actividad académica toda mi vida como alumna, en primer lugar, y como profesora,
después. En clase, alguna vez, he bromeado sobre el hecho de que usted es mi
jefa ya que, señora Cifuentes, usted es la responsable última del sistema
educativo público de la Comunidad de Madrid donde vivo y trabajo desde hace
veinte años. Me dirijo a usted para pedirle su dimisión, simple y llanamente.
Debería haberlo hecho hace
bastantes días. Supongo que es consciente de que su situación es insostenible e
indefendible. Hágalo, por favor, por dignidad y por consideración hacia los
madrileños. Le hago esta petición, nada insólita, por mis alumnos, los pasados
y los futuros también, y por todos los profesionales de la educación que nos dejamos la
piel en las aulas cada día, los de las enseñanzas medias y los universitarios.
Es muy difícil, por no decir imposible, creer su versión. No es aceptable que
usted diga que no se le puede exigir el TFM, porque ha hecho cuatro o cinco
mudanzas. Los que hemos elaborado un trabajo de este tipo recordamos
perfectamente cuál es el título y de qué va, después de meses de dedicación; en
qué estantería de casa se encuentra nuestra copia en papel; y en qué carpeta de
nuestro ordenador está guardado (con copia de seguridad incluida). En mi caso
se da la casualidad de que también he hecho dos mudanzas desde que los presenté. También sabemos que la defensa de un TFM no se hace en quince minutos escasos;
es un acto académico de una duración de, al menos, una hora.
Usted es consciente de sus
contradicciones, consecuencia de la mentira. Esta semana ha afirmado que llegó
a un acuerdo con sus profesores para no ir a clase y no realizar los exámenes.
Los que nos dedicamos a la labor docente sabemos que lo que usted asevera es
inverosímil. Ningún profesor, en el honesto ejercicio de su profesión,
aceptaría eso. Además, le recuerdo que en los cursos de formación que los
profesores de Secundaria debemos cursar se nos exige la asistencia al 100 %
de las sesiones. Una sola falta de asistencia provoca que no obtengamos la
certificación de la horas. Este criterio está establecido por la CM que usted
preside. Es más, si renunciamos a la matricula de un curso una vez iniciado el
mismo, no podemos matricularnos en otro hasta que no haya transcurrido un año
entero. ¿No le parece suficiente el trato de favor, que usted primero
negó y que después ha admitido, para dimitir? Los profesores de la enseñanza
pública, institutos y universidades, trabajamos incansablemente para sostener
un sistema amenazado por los recortes de los gobiernos del partido que usted
preside en la CM. ¿Es usted consciente del tremendo daño que está infligiendo
a la educación pública universitaria de Madrid, especialmente a la URJC?
Su dimisión va más allá de una
cuestión ideológica. No tiene que ver ni con sus ideas políticas ni con las
mías. Se trata de respetar el buen hacer de miles de profesionales de la
Comunidad que usted preside, de reconocer el esfuerzo de todos los alumnos
universitarios que, con gran sacrificio, cursan sus titulaciones para salir a
un mundo laboral incierto y precario. En demasiadas ocasiones, lo que les espera es la cola del
INEM. ¿Se hace una idea de cómo se sienten todos los estudiantes, los presentes
y los futuros, de la URJC ante esta situación? No puede, señora Cifuentes,
mantener esta mentira por más tiempo. Ustedes hicieron bandera de la ‘cultura
del esfuerzo’ cuando aprobaron la LOMCE, la ley educativa más cuestionada de la
historia de España. Por eso, no puede sostener durante más tiempo esta mentira.
Piense en los valores de la honradez, del esfuerzo, del mérito personal que le
inculcaron sus padres y que usted habrá inculcado a sus hijos.
Cuando sorprendo a un alumno mío
en una falta, independientemente de su gravedad, lo primero que le pido es
honestidad para reconocer su error, que asuma las consecuencias de sus actos
equivocados, sean deliberados o no, y que se quede tranquilo porque la vida
siempre le dará oportunidades para seguir adelante. Esto se lo digo a ellos y
me lo aplico a mí misma en la vida. Los centros educativos son como sociedades
en pequeñito, les manifiesto. Señora Cifuentes, reflexione. El cinismo que usted está
mostrando no puede llevarse por delante por lo que estamos trabajando como
sociedad, incluida usted misma. Además, me atrevo a asegurarle que se sentirá
usted mejor. Dimita, señora Cifuentes, por favor, dimita.
BEGOÑA CHORQUES FUSTER
Profesora que escribe
Artículo publicado en el periódico 'Ágora Alcorcón'
Artículo publicado en el periódico 'Ágora Alcorcón'
Por cosas como esta me siento orgulloso de ser tu alumno, 📚📚.
ResponderEliminarPor palabras como estas, pienso que Mayorga no tiene razón y que enseñar Literatura en Bachillerato no es triste, a pesar de todas las limitaciones que nos imponen. Por personas como tú, merece la pena dedicarse a esto. ¡Hasta mañana!
EliminarNo se podría decir mejor ni con más educación 👏👏
ResponderEliminarEs una maravilla tener una profesora con la que además de aprender su asignatura se pueda debatir y conocer temas tan importantes ahora mismo, gracias 😊
Con alumnos inteligentes y curiosos como vosotros, es un lujo trabajar. Lo que pretendo es infundir en vosotros el sentido crítico para contejar todos los puntos de vista y el respeto a las opiniones diferentes. Con esto, me doy por muy satisfecha. La diversidad nos enriquece.
EliminarMolt bé!!
ResponderEliminarMoltes gràcies, Dora! :-)
EliminarNo te conozco, Begoña, pero de xompanero a comoanera, lo has "clavado". Es perfecto, espero que sirva de mucho. Gracias
ResponderEliminarGracias, Jesús. Es que no puede 'no pasar nada'. Los hechos son lo suficientemente graves para que esta señora asuma responsabilidades y decida marcharse. El daño que está haciendo a la comunidad educativa es enorme, a docentes y, sobre todo, a los alumnos. Debe ser consciente de ellos. Muchas gracias por tus palabras, Jesús.
EliminarEnhorabuena por esta exposición tan clara de argumentos. Todos los que nos dedicamos a la enseñanza sabemos que estás llena de buenas razones.
ResponderEliminarGracias, Manuela. Espero que la señora Cifuentas atienda también a todas esas buenas razones, que deje de enrocarse y que admita su error. Sobre todo, por todos los alumnos que se esfuerzan por conseguir sus titulaciones de Grado y Máster.
EliminarMe alegra, después de unos 13 años, encontrarte por aquí. Gracias por lo que has escrito y gracias por enseñarme en su momento lo bonito de la profesión que con orgullo ahora ejerzo.
ResponderEliminarEspero que te acuerdes de mí (quién sabe), algo que ver con Don Quijote de la Mancha... allá en el Santamarca...
Un fuerte abrazo.
¿Eres la compañera de Nerea y Ana? ¿De qué das clase? ¡Qué alegría encontrarte!
ResponderEliminarSi! Te he escrito a un hotmail que tengo tuyo.
EliminarHola, Sara. Te contesto en cuanto pueda. Un abrazo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Begoña, muy bien contado, me siento reflejada, ya que también soy docente. Por cierto, ¿estuviste dando clase en el Santamarca de Madrid, en la calle Puerto Rico? Es que he leído que diste clase en un santamarca a Nerea y Ana y las conozco muy bien, ya que mi hermana se llama Ana. No sé si será casualidad... Un saludo.
ResponderEliminarSí, di clase en ese instituto en el curso 2004 - 2005. No solo tuve en clase a Nerea y a Ana sino que mantengo el contacto con ellas. Me alegro de que el escrito te haya interesado. Un abrazo.
EliminarHola Begoña, ha sido casualidad, porque Ana y Nerea (las que yo conozco :)) empezaron en la Universidad en el 2001.
EliminarUn saludo.
Hola Begoña, ha sido casualidad, porque Ana y Nerea (las que yo conozco :)) empezaron en la Universidad en el 2001.
EliminarUn saludo.
Sí que es casualidad, sí...
Eliminar¡Bravo Begoña! Gracias por poner tan buena letra a una música que ya tarareábamos mucha gente contra la mentira y la indecencia de otra gente que no se sonroja ni por la una ni por la otra. Un abrazo. José Luis
ResponderEliminarYa ha habido suficiente desprestigio de lo público y del trabajo de mucha gente seria. Gracias, José Luis.
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